(Bloomberg).- En lo que se refiere a transgresiones en la industria automotriz, esta parece bastante leve.
Nissan Motor Co. anunció que llamaría a revisión a casi todos los autos que fabricó en los últimos tres años en Japón, o alrededor de 1.2 millones de vehículos, informó Bloomberg el martes. La medida podría costarle a la compañía 25,000 millones de yenes (US$ 222 millones).
La cantidad de vehículos supera con creces los insignificantes 60,000 a los que Nissan había apuntado originalmente el viernes por la noche después de que los reguladores descubrieran que las inspecciones finales en las líneas de ensamblaje eran realizadas por los técnicos equivocados.
Nissan dijo que creía que sus inspectores fueron capacitados de manera adecuada, pero que no estaban inscritos en el Ministerio de Transportes de Japón.
No obstante, la falta palidece en comparación con escándalos recientes como el “Dieselgate”, los 11 millones de automóviles a diésel manipulados por Volkswagen AG para burlar las pruebas de emisiones; el desastre mortal de las bolsas de aire de Takata que se prevé afectará a 100 millones de autos; o la crisis del acelerador defectuoso en Toyota Motor Corp., que tuvo que llamar a revisión 9 millones de sedanes que repentinamente aceleraban por cuenta propia.
Además, Nissan dijo que los modelos son seguros de conducir, no tienen problemas de calidad y que el llamado a taller no afectará a ningún automóvil vendido en el extranjero. Eso ayudó a revertir una caída del precio de las acciones de hasta un 5% el lunes. Las acciones siguieron repuntando el martes, llegando a subir hasta un 1.7%.
En todo caso, la pronta respuesta de Nissan es una indicación de que al menos algunos ejecutivos podrían estar empezando a dominar el arte de la gestión de crisis después de que años de defectos de seguridad, investigaciones de presuntas fallas de cumplimiento e intentos por burlas pruebas erosionaran la confianza en la industria. O al menos, a dominar las relaciones públicas de nivel básico.
Después de la caída inicial por la noticia del viernes, el máximo ejecutivo de la compañía, Hiroto Saikawa, realizó una conferencia de prensa el lunes para exponer los hechos, disculparse por la mala conducta y comprometerse a solucionar el problema, personalmente. El ejecutivo dijo que supervisará una investigación minuciosa sobre qué se hizo mal y que una firma externa revisará el asunto.
Al responder preguntas importantes desde el principio, asumir la responsabilidad y acordar dejar que alguien más vuelva a revisar su trabajo, Saikawa le dijo efectivamente a observadores y los reguladores por igual: “Oigan, no hay nada más que ver acá. Avancen”.
Si bien no seguir la normativa de inspección del gobierno ciertamente no merece una palmada en la espalda, la reacción de Nissan -siempre y cuando no haya nada más en esta investigación- servirá de ejemplo sobre cómo manejar hábilmente un contratiempo.
Por Shelly Banjo
Esta columna no necesariamente refleja la opinión de Bloomberg LP y sus dueños.