¿Hace tiempo que tu trabajo no te sorprende? ¿Cualquier pequeña novedad la asumes con escepticismo? ¿No recuerdas la última vez que la satisfacción y el orgullo por lo bien hecho te inundó?
Puede que estés al borde del conformismo laboral, una actitud perjudicial para tu carrera si no la gestionas. Gonzalo Martínez de Miguel, CEO de Infova, explica que este comportamiento es propio del trabajador que deja de luchar por progresar profesionalmente: “En ese momento, se ha conformado con su realidad y deja de hacer el esfuerzo por mejorarla. Suele ir de la mano de la pérdida de entusiasmo y pasión por lo que hacemos”.
Busca un reto.
Observar tus comportamientos es un buen principio para gestionar un hastío que puede volverse en tu contra. “Si nuestra ilusión e interés están bajo mínimos hay que pensar que antes o después se notará y afectará a nuestro rendimiento. Esa chispa inteligente, ese darle vueltas, ese tiempo más que le solíamos dedicar ya no estará”, advierte Pilar Jericó, presidenta de la consultora Be-Up.
Martínez de Miguel identifica la poca participación en los temas de la empresa, los silencios en las reuniones y la ausencia de debate como algunos de los síntomas de este conformismo que, según Juan F. San Andrés, consultor en productividad, organización y factor humano, puede secar el cerebro: “Si crees que trabajar en tu empresa consiste exclusivamente en sacar los trabajos que te encargan, como siempre lo has hecho, serás un buen cumplidor. Pero si además consideras que no sólo ocupas un puesto, sino un sitio en la organización y que tus posibilidades de contribuir exceden un listado de funciones, tu trabajo nunca será rutinario: aprende de lo que hacen los otros, examina la marcha de tu organización y mira qué hacen los competidores”.
Seguir esta receta al pie de la letra puede alejarte del conformismo más dañino. Aunque conviene puntualizar que esta actitud no siempre es reprochable. “Para muchas personas su trabajo es una parte relativamente poco importante de su vida, es un medio para ganar lo suficiente y mantener bienestar, pero no anhelan ocupar puestos de responsabilidad. Lo que sí es criticable es la falta de motivación, el descuido o la calidad mediocre de un trabajo”.
Ten cuidado, porque la línea que separa una y otra actitud es muy fina. Por eso, antes de traspasar ese umbral, empieza a buscar los alicientes que te alejen del hastío laboral. “Un reto estimulante se centra en los resultados más que en la actividad. Sin retos no se aporta significado y propósito a lo que se debe realizar. Los empleados se sienten satisfechos cuando salen del trabajo sabiendo que han conseguido resultados y han realizado una actividad que aporta valor”, asegura David Comí, director de Incrementis.
Sin embargo, tampoco hay que alarmarse en exceso. A fin de cuentas el conformismo es una actitud que, combinada de manera adecuada, puede reducir los niveles de estrés. “No hay que olvidar que uno es el director general de su puesto, por mucho que tenga diez jefes por encima. Creer esto es fundamental para mantenerse vivo en un puesto durante mucho tiempo”, explica San Andrés. Por eso recomienda darse cuenta de que “la relación que uno mantiene con su trabajo es muy parecida a la que establece con su vida: no todos somos capaces de llenarla de estímulo y novedad, pero los que lo hacen se sienten más satisfechos y plenos”.
No existe un antídoto definitivo pero, según Comí, visualizar los resultados es una buena práctica: “Imaginar el beneficio positivo que van a aportar nuestras acciones generará una cascada de estímulos positivos en nuestro cerebro, proporcionándonos energía para actuar y avanzar. Recordar los éxitos del día también puede convertirnos en personas optimistas”.
La queja y otros elementos contaminantes.
Uno de los elementos más contaminantes del conformismo a largo plazo es la queja, “ya que no existen retos ni estímulos positivos por los que luchar ni superarse, lo que aumenta el estrés, la ansiedad y otros aspectos como el desánimo. Lleva a la crítica sin aportar soluciones”, asegura David Comí, director de Incrementis. Cosa distinta es si esa queja se convierte en un inconformismo sano. “Conformarnos con todo, nos guste o no, es muy aburrido, y con el tiempo enfermizo. Sacar a paseo el rebelde e inconformista que todos llevamos dentro para escucharlo puede ser divertido y muy interesante.
Si escuchamos bien nos dará las claves y puede que hasta las soluciones de lo que nos pasa a nosotros y a la organización”, explica Pilar Jericó, presidenta de Be-Up. Otra de las claves para alejar la queja y el acomodo laboral, actitudes muy contagiosas en un entorno laboral sano, es la que menciona Gonzalo Martínez de Miguel, CEO de Infova: “Enfocarnos hacia lo que se quiere conseguir y tratar de alcanzarlo con tenacidad nos coloca en la mejor posición para seguir persiguiendo objetivos, puesto que el agradecimiento es el motor del entusiasmo, una parte esencial del éxito”.
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