Bruselas (AFP).- La Unión Europea y Canadá firmaron oficialmente hoy la creación de un espacio de libre comercio trasatlántico de 550 millones de habitantes (CETA), tras arduas negociaciones de última hora con Bélgica que anuncian un difícil camino para el más ambicioso acuerdo comercial con Estados Unidos, el TTIP.
“Bien hecho, bien hecho”, había dicho el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, a su llegada a la cumbre en Bruselas, donde tuvo lugar la firma del acuerdo que se vio pospuesta varios días por el veto de algunas regiones belgas.
Sonrisas, apretones de manos y abrazos se sucedieron entre Trudeau, Tusk y el presidente del ejecutivo europeo, Jean-Claude Juncker, quien dijo a su homólogo canadiense: “¡Qué paciencia!”. “Las cosas difíciles son difíciles, pero lo hemos conseguido”, respondió el jefe de gobierno canadiense.
Trudeau, Tusk y Juncker, junto al presidente semestral (rotativo) de la UE, el primer ministro eslovaco Robert Fico, plasmaron sus firmas poco después en este acuerdo de 1,600 páginas, que prevé la supresión de aranceles para la casi totalidad de los productos entre ambas regiones.
En el exterior de la sede del Consejo, decenas de opositores al CETA tiñeron de rojo horas antes la calzada y portaban pancartas con el lema “Ciudadanos, antes que multinacionales”. Algunos de ellos fueron desalojados por la policía cuando intentaron acceder al edificio.
Tras siete años de negociaciones, la negativa de algunas regiones belgas, que reclamaban más garantías, eran el último escollo para la firma de este tratado, aunque una serie de maratónicas negociaciones permitieron levantar el veto y que Bélgica pudiera finalmente dar su necesaria aprobación.
Los europeos temían que el no poder firmar el acuerdo con Canadá afectara a su credibilidad en la escena internacional, abriendo una nueva crisis en un bloque debilitado desde la financiera de 2008, así como por los atentados yihadistas, el drama migratorio y la voluntad de Reino Unido de abandonar la UE (Brexit).
“Si la UE no puede cerrar un acuerdo con un país tan próximo como Canadá, ¿con quién podría hacerlo?”, repetían como un mantra tanto los líderes europeos como los responsables canadienses, aumentando la presión sobre Bélgica para que lograra dar su aprobación.
Este último episodio de presiones y ultimátums velados ha sacado, sin embargo, a relucir varias de las limitaciones europeas que siembran dudas sobre su capacidad para negociar su divorcio con Reino Unido y para cerrar los acuerdos comerciales discutidos actualmente con Estados Unidos, Japón y los países del Mercosur.
Pavimentar el camino
Tras la firma este domingo, y su ratificación por parte de los Parlamentos europeo y canadiense, este tratado comercial entrará en vigor de manera provisional y parcial, a la espera de un complejo proceso de ratificación por los 28 que puede llevar años.
Fuera de la aplicación provisional quedaría el controvertido mecanismo de resolución de litigios entre los Estados y las multinacionales, que pueden denunciarlos si estiman alguna de sus políticas contraria a sus intereses comerciales.
El presidente de la región belga de Valonia, Paul Magnette, exigía más garantías en este punto a las instituciones europeas para levantar su veto al CETA, lo que le valía el respaldo de las oenegés y partidos contrarios a este acuerdo comercial.
Aunque los belgas habrían obtenido del ejecutivo europeo y del Consejo que los jueces de este tribunal de arbitraje sean nombrados por los Estados, para evitar eventuales vínculos con los “ambientes de negocios”, varias regiones advirtieron que no piensan ratificarlo si el mecanismo final no disipa sus temores.
Los partidarios de este acuerdo comercial consideran que impulsará el crecimiento económico y la creación de empleo, y posee “el potencial de pavimentar el camino hacia otros acuerdos comerciales”, en palabras de Fico.
Sus opositores lo consideran como el ‘caballo de Troya’ del impopular TTIP, que la UE quería cerrar durante el mandato del presidente estadounidense Barack Obama, aunque reconoció que ya no podrá ser por el difícil avance de las negociaciones.
“Ya podemos sacar una lección: Con el CETA mejorado, el TTIP está muerto y enterrado”, advirtió Magnette el viernes, lo que hace presagiar otro duro camino para este tratado comercial con la primera potencia económica mundial.