(Bloomberg).- Si es lunes, estoy en Trinidad y Tobago. Eso es lo que podría haber dicho el primer ministro Shinzo Abe al despertarse en Puerto España, capital del país caribeño. Para este momento de la semana que viene, Abe habrá visitado 47 países desde que asumió su cargo en 2012, tras un itinerario que abarcó seis ciudades latinoamericanas y caribeñas en nueve días.
Al recorrer el mundo para convencerlo de que el país afectado por dos décadas de deflación y estancamiento económico ahora está resurgiendo nuevamente, Abe se convertirá en el primer ministro japonés que más ha viajado en la historia en una gira al sur de Asia programada para las próximas semanas.
El esfuerzo pone de relieve el compromiso de su gobierno para reunir apoyo internacional en tanto Japón forcejea con China por disputas territoriales cerca de casa y busca contrarrestar la creciente influencia mundial de su vecino.
“Se inspira en lo activa que ha estado China en diversificar sus socios diplomáticos”, dijo Kerry Brown, director ejecutivo del Centro de Estudios Chinos de la Universidad de Sydney. “Japón tuvo un perfil demasiado bajo durante demasiado tiempo, pese al hecho de que es una de las principales economías de mundo”.
Abe dijo en una conferencia del 24 de julio en Tokio que “ha sudado la camiseta” en sus viajes, mientras promociona el éxito inicial de sus políticas económicas y ofrece de todo, desde tecnología nuclear japonesa en Turquía a submarinos en Australia. Su habilidad de vendedor llevó a que se triplicaran las órdenes de compra de infraestructura en 2013 respecto del año anterior, señaló en el evento.
Política insolvente
“La política exterior de Japón en gran medida fue insolvente” antes de que Abe llegara al poder, expresó Tomohiko Taniguchi, ex periodista a quien Abe recurrió como asesor especial en materia de comunicación estratégica. “Abe está tratando de mostrarle al resto del mundo que Japón sigue aquí y sigue siendo una potencia con la cual se puede contar”.
La campaña del primer ministro para influir en los líderes de opinión del mundo incluyó discursos en ámbitos internacionales como el Foro Económico Mundial de Davos y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos de París. Habló en la Bolsa de Valores de Nueva York y en el instituto de políticas Chatham House de Londres, y este mes fue el primer premier japonés que se dirigió al parlamento australiano.
El malestar económico que heredó Abe dejó a Japón con lo que él llama un “modo de pensar achicado” que destruyó la confianza, prolongó la deflación y minó el crecimiento. Cuenta al economista ganador de un premio Nobel Robert Shiller, coautor del libro de 2009 “Espíritu animal: Cómo influye la psicología humana en la economía”, entre las personas a las que recurrió en busca de consejos sobre cómo sacar a los japoneses de su letargo económico.
Al llegar al poder, Abe propuso una política de flexibilización monetaria y estímulo económico sin precedentes, a la que se le dio el nombre de Abenomics, con el propósito de re-inflar la economía y fomentar el crecimiento. Después se lanzó a recorrer el globo para vender Japón al resto del mundo y ahora superará a Junichiro Koizumi como el primer ministro japonés que más ha viajado.