Nueva Delhi (AFP).- El crecimiento de India, uno de las más rápidos en la átona economía mundial, se frenará este año fiscal según proyecciones oficiales, un fenómeno que puede agravarse por las consecuencias de la controvertida desmonetización del país decidida a fines de 2016.
Según estadísticas oficiales “la tasa de crecimiento del PIB (…) para el año 2016-17 se ubica en 7.1% contra 7.6% en 2015-16”, indica un comunicado del ministerio de Finanzas, que precede a la presentación del presupuesto al Parlamento.
Pero “esta estimación está basada principalmente en las informaciones sobre los siete-ocho primeros meses” del año fiscal (1 abril-31 marzo), precisa el texto. Por tanto no toma en cuenta el brutal freno al consumo que provocó la radical desmonetización de 24,000 millones de billetes, anunciada en noviembre.
La tasa final para el actual ejercicio será “menor en al menos 50 o 60 puntos de base” (0.5-0.6%) asegura Ashutosh Datar, economista de IIFL Institutional Equities.
Este freno haría retroceder a India (país con 1,300 millones de personas) al segundo lugar de los crecimientos más rápidos de las economías desarrolladas del globo, detrás de su vecina China.
Un comunicado del gobierno reconoce el “impacto negativo” que esta desmonetización tendrá sobre el crecimiento indio, aunque asegura que sus efectos serán “transitorios”.
En este contexto, el gobierno indio augura un crecimiento del 6.75 a 7.5% para el ejercicio 2017-2018, que se inicia el próximo 1 de abril.
“Una vez que todas las reservas de dinero líquido hayan sido restablecidas, lo que ocurrirá antes de fines de marzo de 2017, la economía volverá a la normalidad”, aseguran las autoridades.
Pero la gran amplitud de los márgenes de la previsión genera escepticismo entre los economistas.
“Eso quiere decir que hay muchas ambigüedades en estas estimaciones sobre los efectos de la desmonetización, y parece evidente que ello repercutirá también en el próximo año fiscal”, comentó Sunil Sinha de India Ratings & Research.
Una medida radical
El gobierno nacionalista hindú de Narendra Modi decretó hace tres meses que dejaban de tener valor legal los billetes de 500 y 1,000 rupias (6.5 – 13 euros, 7 – 14 dólares), que eran los de más valor y que representaban el 86% del dinero líquido en circulación.
Esta radical medida, cuya aplicación y pertinencia fueron criticados por muchos economistas, tenía como objetivo luchar contra la evasión fiscal y hacer ingresar en el sector bancario una parte del enorme sector informal de la economía india.
Pero también tuvo como efecto inmediato un movimiento de pánico bancario, con los bancos desbordados al mismo tiempo por miles de clientes, lo que provocó que se quedaran sin liquidez, y por tanto supuso un brutal freno al consumo en el país.
En sus últimas previsiones, el Fondo Monetario Internacional (FMI) disminuyó drásticamente en un punto su previsión de crecimiento para India en 2016-17, para poder integrar estos acontecimientos del pasado otoño boreal: 6.6%, contra un 7.6% previsto anteriormente. El FMI augura además un crecimiento del PIB indio del 7.2% para 2017-2018.
La desmonetización “tuvo consecuencias a corto plazo que son auténticas y significativas (…) pero también tiene un potencial de beneficios a largo plazo” comentó Arvind Subramanian, alto consejero económico del gobierno.