(Bloomberg).- Estos últimos tres meses, la deuda griega se redujo mucho con relación a los bonos alemanes, mientras que los valores de todos los demás Gobiernos europeos de importancia vienen ampliándose.
La confianza cada vez mayor en la voluntad del primer ministro griego, Alexis Tsipras , de cumplir los requisitos de la Troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo, Comisión de la Unión Europea) para el último paquete de rescate está por detrás de eso.
El caldero con oro al final del arcoíris sería la inclusión del país en el programa de adquisiciones de bonos del BCE ; Grecia está excluida hace rato porque no tiene calificación crediticia con grado de inversión. Un cambio en las normas recompensaría la disciplina presupuestaria.
Hasta hace poco, esto parecía improbable, pero se está produciendo todo un cambio de actitud. Una evidencia reciente de esto es un comentario hecho el martes por una autoridad del BCE, Benoît Coeuré. Según Reuters, él dijo que Grecia puede mantener un superávit presupuestario primario del 3.5% del PBI durante años tras el fin del rescate actual, en 2018. Es un voto de confianza muy importante.
Este desempeño por encima del promedio que registra Grecia desde hace poco podría desvanecerse fácilmente si los italianos votan “no” a la reforma constitucional. Como sostuvo Gadfly, esto podría causarle graves problemas no sólo a Italia, el tercer deudor más grande del mundo, sino también a otros prestatarios de la región.
Sin duda, el BCE puede tomar medidas temporarias de emergencia para contener la turbulencia en los mercados de deuda tras la votación. Pero de cualquier manera la situación de Grecia es frágil, y una liquidación prolongada podría poner en riesgo todo su trabajo duro para estabilizarse.
Por lo tanto, aunque el gran desempeño de la deuda griega tenga sentido, esa deuda parece cara, dado el gran riesgo que hay por delante.
Sería necesario que Grecia estuviera seriamente determinada a separarse de los inevitables daños colaterales periféricos… y demostrara que puede fijar su propio rumbo. Abróchese el cinturón de seguridad.