En el 2011, la Academia Sueca decidió premiar a Thomas J. Sargent, de la universidad de Nueva York, junto con Christopher A. Sims, de Princeton, con el premio Nobel de Economía por su “investigación empírica acerca de la relación causa-efecto en la macroeconomía”.
Específicamente, los dos economistas desarrollaron, de forma independiente, modelos para entender cómo afectan las políticas económicas –como las tasas de interés o el nivel de impuestos- en las variables macroeconómicas más importantes –PBI, inflación, empleo, inversión-.
Los modelos de ambos economistas explican que las expectativas juegan un rol crucial en esta relación. Las expectativas del sector privado sobre el futuro de la economía, por ejemplo, influencian las decisiones del ahorro, consumo e inversión. Por otro lado, las políticas económicas se basan en las expectativas del comportamiento futuro del sector privado. Con estos modelos se pueden medir los efectos de políticas imprevistas y diferenciarlas de las que son esperadas por el mercado.
El trabajo de Thomas Sargent se basó en analizar periodos con cambios sistemáticos en las políticas económicas que los agentes podían absorber.