(Bloomberg).- Parece que Estados Unidos entrará en una fase más arriesgada del ciclo económico cuando la Reserva Federal intente llevar la economía hacia un llamado aterrizaje suave. Para el probable nominado del presidente Donald Trump como titular del banco central, Jerome Powell, esto significa ajustar la política lo suficiente como para colocar la economía en el pleno empleo, pero no tanto como para entrar en una recesión.
Navegar por esta transición será un desafío tanto para los inversores como para la Fed. Los participantes en el mercado deberían ser cautelosos a la hora de asumir que una economía en desaceleración significa que la recesión está cerca. Al mismo tiempo, los banqueros centrales deben ser cautelosos de no ralentizar demasiado la economía y preparar el terreno para la próxima recesión. En general, esto significa que la relativa calma del año pasado probablemente terminará pronto.
La economía creció 3.1% en el segundo trimestre y 3% en el tercero, el mejor desempeño continuo desde el 2014. ¿Puede durar? La Fed no lo cree. El reciente ritmo de crecimiento excede el ritmo estimado de más largo plazo del banco central de 1.8%, la mediana de las estimaciones de los responsables de la política en el Resumen de Proyecciones Económicas de la Reserva Federal.
Dado que la Fed cree que la economía está operando en un nivel que va más allá del pleno empleo, un ritmo sostenido del 3% podría, en el mundo del banco, exagerar la capacidad y generar presiones inflacionarias excesivas.
Para contrarrestar estas fuerzas, la Fed anticipa un ajuste continuo de política, del orden de 100 puntos básicos de aquí al final del próximo año, para reducir el crecimiento a una tasa de 2.1%, aún alta pero más manejable, en 2018.
Sin embargo, los 100 puntos básicos de aumentos de tasas son una proyección, no una promesa. El próximo presidente de la Fed deberá manejar hábilmente la transición hacia una economía de crecimiento más lento. Un gran desafío será medir el ritmo de cualquier desaceleración. Durante las primeras etapas de una expansión, la imagen que refleja la mayoría de los datos económicos suele ser de mayor crecimiento. A medida que la expansión madura y se ralentiza, sin embargo, los datos se vuelven más confusos.
El crecimiento del empleo, por ejemplo, continuará desacelerándose, descendiendo a un ritmo cercano a los 100,000 puestos de trabajo por mes. Esto significa más lecturas inferiores a 100,000, que normalmente se consideran débiles durante las primeras etapas de una expansión. Las ventas de automóviles parecen haber alcanzado su máximo nivel para el ciclo y pueden tender a la baja. El reciente aumento en el gasto de equipamiento empresarial puede desaparecer. Los bancos pueden experimentar más morosidad en la deuda de consumo.
Estos son solo algunos ejemplos. El punto es que el tenor de los datos cambiará, y este cambio podría malinterpretarse como una señal de recesión. Al mismo tiempo, sin embargo, la transición a un crecimiento más lento podría dejar a la economía más vulnerable a shocks negativos y a una recesión real, haciendo que sea aún más importante que la Fed sea capaz de cambiar ágilmente de ajuste a relajación si surge la necesidad.
Además, la Fed puede enfrentar un desafío diferente. Es posible que las empresas que operan cerca de la capacidad tomen la iniciativa y expandan sus operaciones, impulsando el crecimiento. También, el Congreso puede llegar a un acuerdo sobre un recorte sustancial de impuestos, apoyando el gasto del consumidor. O bien, dado que la economía ya opera por encima del pleno empleo, existen más presiones inflacionarias que las actualmente evidentes. Estas circunstancias pueden requerir un ritmo más agresivo de alzas de tasas.
Y luego está la posibilidad de una aceleración del crecimiento de la productividad, que, a su vez, impulsaría la estimación de la Fed de la tasa de crecimiento a más largo plazo. Esto podría colocar a los responsables de las políticas en una posición difícil porque, en el corto plazo, podría argumentar a favor de un ritmo lento de aumentos de tasas, pero a más largo plazo esperaríamos un crecimiento más rápido de la productividad para impulsar la tasa neutral más alta. Finalmente, la Fed tendría que seguir con una postura agresiva de ajuste.
Es por eso que es probable que el próximo año se vuelva más difícil leer los datos y establecer la política monetaria. Durante una recesión, la elección de política es obvia: reducir las tasas. En algún momento durante una recuperación, la elección de política se vuelve obvia: comenzar a aumentar las tasas. Pero a medida que la economía alcanza el pleno empleo, la Fed necesita ajustar la política mientras clasifica los datos económicos posiblemente contradictorios. La presidenta Janet Yellen tuvo un entorno bastante fácil para trabajar en el 2017. Su sucesor probablemente no tendrá tanta suerte.
Por Tim Duy
Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.