Cagliari (Reuters).- El Papa Francisco realizó uno de sus más duros ataques contra el sistema económico mundial el domingo, al sostener que ya no podría estar basado en un “Dios llamado dinero” e instó a los desempleados a luchar por un trabajo.
Francisco, al inicio de un viaje de un día a la capital de Cerdeña, Cagliari, dejó a un lado un texto preparado en una reunión con trabajadores desempleados, incluyendo mineros que le contaron su situación, e improvisó durante casi 20 minutos.
“Encuentro sufrimiento aquí (…) te debilita y te quita la esperanza”, dijo. “Discúlpenme si uso palabras duras, pero donde no hay trabajo no hay dignidad”, agregó.
Francisco desechó su discurso preparado después de escuchar a Francesco Mattana, un hombre casado de 45 años con tres hijos que perdió su empleo en una compañía de energía alternativa hace cuatro años.
Mattana, con voz temblorosa, le dijo al Papa que el desempleo “oprime y deteriora hasta las profundidades del alma”.
La multitud de unas 20,000 personas en una plaza cercana al puerto de la ciudad entonaron lo que Francisco llamó una oración por el trabajo. Los asistentes celebraban cada vez que el Papa hablaba de los derechos de los trabajadores y de la devastación personal ocasionada por el desempleo.
El Pontífice, que más tarde celebró una misa para unas 300.000 personas a las afueras de la catedral de la ciudad, dijo a los asistentes: “no queremos este sistema económico globalizado que nos hace tanto daño. Hombres y mujeres tienen que estar en el centro (de un sistema económico) como Dios quiere, no el dinero”.
“El mundo se ha convertido en un idólatra de este dios llamado dinero”, dijo.
La costa de Cerdeña es famosa por sus idílicas playas, exclusivos complejos turísticos y residencias palaciegas a la orilla del mar. Pero gran parte de la isla, en particular sus grandes ciudades y la región del interior con un vasto sector agrícola e industrial, ha sido golpeada por la crisis económica, con fábricas cerradas y minas operando a una capacidad reducida.
Pero el Papa dejó claro que sus apreciaciones no se limitaban a la situación local.
“No es un problema de Italia y Europa (…) es la consecuencia de la elección del mundo de un sistema económico que ocasiona esta tragedia, que tiene en el centro a un ídolo que se llama dinero”, dijo ante la ovación de la multitud.
Francisco, que como obispo de Buenos Aires se puso del lado de los empleados desocupados en su conflicto con los planes de austeridad del Gobierno, concluyó su improvisado discurso con una oración pidiendo a Dios que “nos dé trabajo y nos enseñe a luchar por el trabajo”.