Luxemburgo/Atenas (Reuters).- Once países de la zona euro acordaron el martes avanzar con un polémico impuesto a las transacciones financieras, diseñado para ayudar a pagar el costo provocado por la crisis que ha sacudido al bloque monetario.
La iniciativa -impulsada fuertemente por Alemania y Francia pero fuertemente resistida por Gran Bretaña, Suecia y otros defensores del libre mercado- logró un fuerte respaldo en una reunión de ministros de Finanzas de la Unión Europea realizada en Luxemburgo.
Nueve estados, más de los necesarios, acordaron usar una disposición del tratado para introducir el impuesto.
El denominado “impuesto Tobin” -propuesto inicialmente en 1972 por el estadounidense y Premio Nobel de Economía James Tobin- como una forma de reducir la volatilidad de los mercados financieros, se ha convertido en un símbolo político de un deseo generalizado de que bancos, fondos de cobertura y operadores de alta frecuencia paguen un precio por la crisis.
“Este es un pequeño paso para 11 países, pero un gran salto para Europa”, dijo el viceministro de Finanzas de Austria, Andreas Schieder. “El camino está ahora despejado para una justa contribución desde el sector bancario y financiero para financiar las cargas de la crisis”, agregó.
El acuerdo plantea la posibilidad de que un grupo de países europeos por primera vez introduzca un impuesto conjunto sin el respaldo unánime del bloque de 27 naciones, una medida que podría fragmentar el mercado único para servicios financieros.
El comisionado de Impuestos de la Unión Europea, Algirdas Semeta, dijo en la reunión que el número de estados que respaldan la iniciativa superó el quórum de la llamada “cooperación reforzada”, siempre y cuando algunos países transformen su respaldo oral en un compromiso escrito.
“Propuse este impuesto como una fuente de nuevos ingresos en un sector insuficientemente gravado y como un medio para fomentar el comercio más responsable”, dijo Semeta. “Esto también evitaría un mosaico de impuestos a bancos nacionales, los que crean dificultades para las empresas en el mercado único”, agregó.
Sin embargo, los críticos dicen que la medida podría distorsionar ese mercado, dando a los bancos y a otros comerciantes incentivos para trasladar sus actividades comerciales a centros financieros europeos donde el impuesto no se aplica, o simplemente lejos de Europa.