(Bloomberg) Si bien el último tramo de la trayectoria descendente de la libra esterlina se produjo repentinamente e incluyó un “flash crash” el viernes, los factores que impulsan la baja se vienen gestando desde hace mucho y las implicancias aún no se han hecho sentir en su totalidad.
Las siguientes son siete cosas que se deben saber sobre el presente y el futuro de la libra:
1. Después de mantenerse relativamente estable en torno a US$ 1.30 –tras una caída inicial pronunciada causada por el sorpresivo resultado del referéndum del 23 de junio sobre el Brexit-, esta semana la libra se depreció a aproximadamente US$ 1.24.
El proceso fue volátil e incluyó el flash crash de dos minutos que llevó la moneda a US$ 1.18 en las operaciones de Asia.
2. La causa inmediata de la depreciación fue el indicio que dio el 5 de octubre la primera ministra Theresa May de que su gobierno estaba a favor de una salida “dura” de la Unión Europea.
Esto hizo trizas las esperanzas –incluidas las mías- de que se impondrían las cabezas más tranquilas y el Reino Unido y que sus socios comerciales negociarían una salida menos conflictiva que mantuviera gran parte de los acuerdos financieros y de libre comercio.
3. La depreciación de la moneda de libre flotación fue una reacción lógica, dado que se sumó esta incertidumbre estructural a las relaciones comerciales del Reino Unido, que ya tenía un déficit de cuenta corriente.
Después de todo, el Reino Unido tiene una de las economías más abiertas, estrechamente integrada con el resto de Europa tanto en la cuenta corriente como en la de capital de la balanza de pagos. Desmantelar vínculos de tan antigua data inevitablemente pone en peligro el comercio y el crecimiento.
4. Hay esperanzas de que la depreciación atenúe el golpe contractivo a la economía, alentando las exportaciones, una mayor producción de sustitución de importaciones, más ingresos por turismo y mayores entradas de capital.
Es por eso que el mercado bursátil está respondiendo de manera favorable –medido en moneda local-, en particular en el índice más orientado al exterior.
5. Apoyarse en la depreciación del tipo de cambio no carece de riesgos. Algunas de las reacciones económicas deseadas podrían verse obstaculizadas, o al menos demoradas, por la incertidumbre poco habitual frente al futuro estructural de la economía británica.
También habrá efectos de traslado a precios que crean el riesgo de un aumento de la inflación y complican la gestión de las políticas del Banco de Inglaterra.
Y, si un Brexit duro lleva la economía a la recesión, las autoridades británicas se enfrentarán a uno de los retos más difíciles: atravesar una estanflación.
6. También vale la pena prestar atención a las dimensiones políticas de la depreciación de la libra. En el corto plazo, podría renovarse la percepción de que los acontecimientos financieros otra vez favorecen a las “elites internacionales” a expensas de los segmentos menos afortunados de la población que tienen que lidiar con la amenaza inflacionaria.
Las reacciones positivas de las bolsas favorecen a los que están en mejor situación económica y que poseen un porcentaje desproporcionado de las carteras de acciones.
Estos acontecimientos se están desarrollando al mismo tiempo que el gobierno redobla su discurso populista como parte de un esfuerzo para quitarles apoyo político al Partido Laborista y a UKIP.
7. El resto de Europa no debería alegrarse demasiado de nada de esto. La depreciación de la libra será otro viento en contra para economías que ya afrontan desafíos económicos y financieros.
La conclusión es simple: si tanto el gobierno británico como sus socios de la Unión Europea insisten en un Brexit duro, la libra podría sufrir más inestabilidad y debilidad; y el impacto en el resto de Europa no será favorable.