(AFP) En un Brasil en recesión, la inflación alcanzó en el 2015 su nivel más alto en 13 años, reflejando la mala política económica adoptada en los últimos años, agravada por la crisis política, según analistas.
El incremento de los precios se situó en 10.67% en el 2015, su techo desde el 2002, más que duplicando el objetivo del gobierno de 4.5%, según datos oficiales publicados el viernes.
La cifra era sin embargo esperada por los mercados, que estimaban una inflación de 10.72% y se situó levemente por debajo de las últimas previsiones del Banco Central (10.8%).
Artificialmente comprimidos
“La inflación es elevada pero se esperaba, dada la necesidad de ajustar las tarifas congeladas durante los últimos años”, declaró a la AFP, el economista Silvio Campos Neto de Tendencias, en Sao Paulo.
“Pero los precios no controlados también aumentaron, incluso en una coyuntura de recesión. Es la prueba de la política errónea puesta en práctica en los últimos seis años al menos, agravada por un clima político que ha hecho incluso caer el consumo”, precisó.
“Los datos son malos pero mejores que lo previsto para el mes de diciembre”, consideró por su parte André Leite de TAG Investimentos, subrayando que la Bolsa de Sao Paulo operaba en alza de 0.60% el viernes en la apertura “pero en gran parte siguiendo la tendencia de China”.
“Las tarifas estaban artificialmente comprimidas pero los precios libres (peluquería, alimentación, artículos de consumo, etc.) aumentaron cerca de 9% en los dos últimos meses. Es la prueba de una ausencia de control presupuestario del gobierno, que termina por influir sobre el mercado”, agregó.
“Todo el mundo comienza a negociar el reajuste de la inflación y se emprende el camino de la reindexación, de la inercia inflacionaria, como en los años ochenta”, estimó Leite.
Evaluación errónea
El jueves la presidenta Dilma Rousseff reconoció que el mayor error de su gobierno de izquierda fue no haber percibido la amplitud de la crisis.
“El mayor error fue no haber visto que la crisis era tan grande en el 2014, no haber evaluado la amplitud de la desaceleración económica motivada por problemas internos y externos” como los enfrentados por China y el hecho de que Brasil sufre una de las peores sequías de los últimos ochenta años, admitió.
Rousseff subrayó que este año su prioridad será el ajuste presupuestario y que el gobierno hará “todo” para asegurar “un excedente primario de 0.5% del Producto Bruto Interno (PBI)” a fin de reducir la inflación a 6.5% anual.
Según Leite, “es el déficit presupuestario lo que conduce a la inflación”, llevando al Banco Central a elevar su tasa básica, situada en 14.25% anual actualmente.
“Pero el gobierno debe cortar los gastos de su mafia de funcionarios y no lo hace”, acusa.
En el 2014, el alza de precios había sido de 6.41%. Para el 2016, el Banco Central proyecta 9.2% de inflación en el primer trimestre, seguida de un reducción progresiva a lo largo del año, para situarse en 6.2% en diciembre.
El gigante sudamericano entró en recesión en el segundo trimestre, lo que redujo su capacidad de ahorro y lo llevó a reducir cinco veces este año su objetivo presupuestario, pasando de un excedente de 1.2% del PBI a un déficit que podría alcanzar 2%, equivalente a US$ 31,000 millones.
Paralelamente, el país es sacudido por un tsunami de revelaciones relacionadas con el escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras que desencadenó una crisis política profunda. La presidenta Rousseff es amenazada con un procedimiento de destitución impulsado por la oposición.