Tras la contienda electoral, dos economistas conversan sobre la conveniencia de eliminar el Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP). Aquí el diálogo entre Adamo (A), a favor, y Maynardo (M), en contra.
A: ¿Recuerdas las ofertas electorales? Se ha ofrecido eliminar el famoso SNIP, instrumento utilizado por el MEF para filtrar centralistamente la inversión pública y limitar el accionar de los gobiernos locales. ¡Por fin se va a atender a un clamor de los alcaldes y gobernadores regionales!
M: Otra vez la “piñata” del SNIP. Como si fuera el culpable de la falta de inversión en las regiones y municipios…
A: El SNIP fue un invento del MEF para controlar y obstaculizar el gasto público. Maynardo, se nota que tú nunca has tenido que lidiar con los “sabios” del MEF que te paran los proyectos y te exigen pasar por filtros y cálculos de rentabilidad que lindan con lo absurdo.
M: El Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP) se creó en el año 2000 justamente para mejorar la calidad de la inversión pública y evitar despilfarrar el dinero de todos los peruanos. Antes del SNIP el Estado ejecutaba proyectos sin estudios técnicos apropiados. El SNIP aplicó herramientas de evaluación de costo-beneficio para asegurar la rentabilidad social de los proyectos y su sostenibilidad.
A: Bla, bla, bla. Deberías leer la reseña que hace Alberto Pascó Font de cómo la instalación del sistema de aire acondicionado en el aeropuerto de Piura le tomó al MTC más de cuatro años (!) justamente por lo engorroso que es el SNIP. ¿No es acaso obvio el beneficio de tener aire acondicionado en un aeropuerto que era un sauna?
M: Es posible que le falte agilidad al sistema. Pero cuidado con pensar que los problemas en la gestión del Estado –sobre todo, debido a burócratas que no deciden– se deben al diseño del SNIP.
A: ¿De qué hablas?
M: ¿Ya no te acuerdas del parque al árbitro o los monumentos a la maca o al lagarto? ¿O del mirador de Tambopata, en Madre de Dios?
A: ¿Qué tiene de malo un mirador si la población que allí vive lo valora? ¿Acaso los miradores son solo para los ricos?
M: El mirador costó S/ 2 millones. Su mantenimiento costaba S/ 200,000 mensuales. Y tiene un ascensor que no funciona por el alto costo de la electricidad. Todo esto en una región que tenía más de 20% de analfabetismo y en la que solo un tercio de la población tiene acceso a agua potable.
A: Siempre puede haber proyectos malos.
M: Antes del SNIP, lo que existía eran obras sobredimensionadas, duplicidad de inversiones, y una ausencia absoluta de criterios de rentabilidad social en la selección de los proyectos. Además, a menudo, se generaba obligaciones financieras no previstas para el Estado en asociaciones público-privadas. Es decir, antes del SNIP lo que había era un despilfarro mayúsculo y, probablemente, corrupción desembozada.
A: Te compro el argumento de la baja eficiencia en la inversión pública antes del SNIP, pero no podrás negar que, durante muchos años, el SNIP se utilizó para frenar el gasto público y generar un supe rávit fiscal. ¿Qué mejor manera de evitar gastar que imponer reglas engorrosas que casi nadie podía cumplir? A Dios gracias, hoy parece que el SNIP tiene los días contados.
M: Considero que eliminar el SNIP sería un grave error. Además de facilitar la corrupción, tiene un tufo populista que no sabes cuánto me desagrada.
A: Como decía un querido profesor mío, “Machu Picchu nunca se hubiera hecho si los incas hubieran tenido SNIP”.
M: Jajaja, está buena.
A: Es hora de eliminar esta herramienta de control cuasi colonial que impone el MEF al resto de la administración pública. El SNIP fomenta el centralismo de las decisiones y asegura la hegemonía del MEF sobre las más de mil autoridades democráticamente elegidas, que no pueden invertir sus recursos en forma descentralizada.
M: ¿Cuántas veces he escuchado “hay que descentralizar el SNIP”? Hay mucha ignorancia y demagogia en estos discursos, mi querido Adamo. ¡Hace años que el SNIP está descentralizado! Solo van al MEF los proyectos que incluyen aval del Tesoro o que se financian con endeudamiento público externo. Los municipios y gobiernos regionales tienen total autonomía para aprobar sus proyectos en las oficinas descentralizadas del SNIP (llamadas OPI) y sin límites de monto.
A: No sabía…
M: La verdad es que el SNIP de hoy no es ni la sombra del SNIP original en términos de exigencia a los proyectos. El gobierno de García –antes de irse– aprobó medidas para “agilizar” el SNIP, entre las que se cuentan la eliminación de los estudios de prefactibilidad y otras perlas. Hoy día el SNIP es una versión “light” de lo que existía originalmente y nadie puede culparlo de la lentitud o la falta de capacidad de gestión de los funcionarios públicos.
A: Aceptemos que, en teoría, el SNIP es un instrumento que permitiría mejorar la eficiencia de la inversión pública. Pero lo que constatamos es que no ha servido para impedir la construcción de grandes “elefantes blancos”, como la Interoceánica, Talara o el Gasoducto del Sur. Más bien, ha sido usado como una herramienta para obstaculizar el gasto en obras pequeñas como escuelas o postas médicas a lo largo y ancho del país. Paradójico, ¿no? Ha sido incapaz de frenar obras faraónicas de dudosa rentabilidad social, pero les ha quitado autonomía a las autoridades subnacionales para invertir en pequeñas obras demandadas por la población.
M: Precisamente estos proyectos no han pasado por el SNIP. A la Interoceánica se le eximió del SNIP. Talara y el Gasoducto han pasado por ProInversión. El Perú está lleno de obras mal diseñadas, que presentan baja o nula rentabilidad social y que han implicado un despilfarro de recursos inaceptable. Creo que lejos de optimizar el proceso de inversión pública, desactivar el SNIP haría que el Perú retrocediera dos décadas en materia de gestión de los recursos públicos.
A: Este país requiere de un shock de inversiones públicas para cerrar brechas de infraestructura y reactivar la economía. Y el SNIP es una traba innecesaria que, en la práctica, no ha demostrado promover mejores inversiones. ¡Liberemos las cadenas que atan la inversión!
M: Parece que no nos entendemos…