(Bloomberg View).- Para sobrellevar los vientos en contra que implican un crecimiento mundial más lento y la prolongación de la volatilidad financiera, el informe sobre el empleo estadounidense correspondiente a febrero que se dará a conocer el viernes tendrá que mostrar que continúa el fuerte aumento de los puestos de trabajo, un mayor crecimiento de los salarios y una tasa de participación económica en ascenso.
Esto es también lo que requieren los mercados a lo largo del tiempo, aun cuando signifique un panorama aún más confuso para los funcionarios de la Reserva Federal y la volatilidad financiera que podría seguir.
Una cifra de 150,000 empleos nuevos o más consolidaría una impresionante trayectoria de dos años y medio de creación de empleo que ha contribuido a reducir la tasa de desempleo más utilizada a 4.9% –caída de más del 50% respecto del máximo posterior a la crisis– y que ha hecho de los Estados Unidos uno de los motores de creación de empleo más importantes del mundo.
Este impresionante crecimiento del empleo en general no se ha traducido a un aumento significativo de los salarios, al menos hasta ahora. El informe de empleo de enero, difundido el mes pasado, indica que esto podría estar cambiando.
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La confirmación de tal mejora en las remuneraciones, junto con una recuperación gradual en la tasa de participación económica, es fundamental: llevaría a un mayor consumo para anclar una economía estadounidense que invierta más y cuyo impulso interno sea suficiente para hacer frente a la desaceleración de China, el crecimiento débil de Europa y Japón y el contagio adverso de los recientes momentos de inestabilidad de los mercados financieros.
Los funcionarios de la Fed también esperan ver esta triple apuesta favorable en el informe del viernes, aunque sea a costa de que sus decisiones de política de corto plazo sean aún más delicadas y requieran un equilibrio más fino.
Específicamente, una extensión de las mejoras en el mercado laboral impulsaría al banco central a continuar con su cuidadoso proceso de normalización de la política monetaria, que incluiría un par más de aumentos de 25 puntos básicos este año… y ello pese a que el entorno mundial no brinda demasiado apoyo.
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Las acciones, en especial al principio, quizá no apoyen a una Fed que otra vez se pone en movimiento. Después de todo, han desarrollado considerable dependencia del continuo sostén de liquidez que brindan los bancos centrales de importancia sistémica de todo el mundo (en particular, la Fed, el Banco Central Europeo y el Banco Popular de China).
Pero a largo plazo, indicadores económicos y empresariales sólidos serán el motor que permitirá a los mercados de valores estadounidenses mantener sus niveles actuales y subir.
De hecho, estos quizá hayan llegado a ser todo lo que puede proteger y nutrir a las acciones de manera sostenible. Esto tiene especial validez ahora que las medidas monetarias no convencionales y otros tipos de ingeniería financiera parecen cada vez más agotados, que hay menos “capital paciente” y que un número creciente de autoridades de los bancos centrales parecen más preocupadas por los daños colaterales y las consecuencias no buscadas de una dependencia excesiva y prolongada de medidas de liquidez experimentales.
Digan lo que digan algunos sobre las posibles inconsistencia de corto plazo entre un informe de empleo sólido y un mercado accionario con gran dependencia de los bancos centrales, la realidad es que hay una alineación importante a largo plazo. Una triple mejora en el mercado laboral es una condición necesaria para asegurar un crecimiento mayor e incluyente, una menor desigualdad y una auténtica estabilidad financiera.
Es un resultado que todos necesitamos. Tendría posibilidades aún mayores de concretarse si los políticos estuvieran dispuestos a aplicar toda la gama de políticas de que disponen, en lugar de depositar casi toda la carga de elaborar políticas sobre los hombros de los bancos centrales.
Por Mohamed A. El-Erian.