El Perú se encuentra entre los países emergentes más fuertes para enfrentar shocks externos y podrá manejar nuevas turbulencias internacionales sin que se produzca una crisis económica o financiera en el país.
“Sin embargo, su fortaleza ha venido disminuyendo en los últimos años debido a restricciones internas de la economía y esto debe considerarse como una señal de alerta para las autoridades peruanas”.
Esta es la conclusión central a la que llega la economista peruana Liliana Rojas-Suárez, presidenta de Center for Global Development, a partir de un indicador de fortaleza macroeconómica, con el cual elaboró un ranking para 21 países emergentes y comparó dos momentos en el tiempo: el 2007, año previo a la crisis financiera internacional; y ahora (inicios del 2016).
En un artículo “¿Está listo Perú para enfrentar nuevos shocks de la economía global?”, que publicó en Foco Económico, un Blog Latinoamericano de Economía y Política, la economista destaca que, a diferencia del 2007, los países de Europa del Este han incrementado su fortaleza relativa para enfrentar shocks externos (los valores del indicador se han incrementado y la posición relativa ha mejorado), mientras que los países de América Latina han empeorado.
Perú
“Aunque Perú y Chile también se encuentran relativamente más frágiles en relación al 2007, aún ocupan posiciones relativamente altas en el ranking. En particular, Perú ha pasado de la posición 5 a la 8: se encuentra menos resiliente que en el período anterior a la crisis internacional, pero bastante más sólido que la mayoría de países emergentes de la muestra”, precisa.
¿Qué explica la menor posición de Perú en el ranking? Para Rojas-Suárez el deterioro relativo de la fortaleza de Perú no se debe a cambios importantes en variables monetarias, de deuda, o de indicadores de fragilidad bancaria.
“De hecho, dichas variables no han cambiado mucho y en algunos casos (tal como el ratio de deuda externa de corto plazo como porcentaje de reservas internacionales) hasta han mejorado. El cambio más importante radica en la cuenta corriente”, señala en el artículo. Explica que, el Perú se encontraba en una posición superavitaria en el 2007, pero para fines del 2015 reportó un importante déficit en la cuenta corriente, solo superado por Colombia y Brasil.
No sólo los precios
Pero, la economista destaca que si bien no sorprende que el impacto de la fuerte caída del precio de los minerales de exportación de Perú se haya traducido en un deterioro de la cuenta corriente, “es también cierto que este déficit refleja la brecha interna de ahorro-inversión y por lo tanto las necesidades de financiamiento externo”.
Ilustra el punto comparando Perú y Chile: los dos países fueron fuertemente afectados por la caída del precio del cobre, principal producto de exportación de ambos. Como resultado del impacto del shock, en el 2012 el déficit de cuenta corriente en Chile (3.5% del PBI) fue bastante mayor que el correspondiente déficit en Perú (2.7%).
“Sin embargo, en tanto que el déficit en Chile ha ido disminuyendo, alcanzando un ratio de 1.9% en el 2015, este ha ido aumentando en el Perú, llegando a 4.4% en el 2015. En otras palabras, frente al shock externo común, Chile ha sido capaz de corregir el déficit de cuenta corriente y con ello sus necesidades de financiamiento externo. Ello aumenta la resiliencia de este país con respecto a nuevos shocks internacionales”, concluye.
Restricciones
Para Rojas-Suárez, en el Perú destacan dos restricciones importantes para disminuir las necesidades de financiamiento externo. La primera es la baja tasa de ahorro privado que pone el peso del ajuste en el ahorro público; esto limita la capacidad de implementar políticas fiscales contra-cíclicas.
La segunda es el aún muy alto nivel de dolarización del sistema financiero que restringe la capacidad del Banco Central de permitir la libre flotación de la moneda. “De hecho, en tanto que desde el 2013 el sol se ha depreciado en 25%, el peso chileno se ha depreciado en casi 40%”, acota.
Los riesgos actuales para la economía
Entre los riesgos que la región enfrenta, según Liliana Rojas-Suárez, destacan dos: una mayor desaceleración de China por encima de lo esperado, lo cual podría reducir aún más los precios de las materias primas; y, nuevas turbulencias en los mercados financieros de capitales que se reflejarían en un incremento en la aversión al riesgo de los inversionistas internacionales y, por lo tanto, en mayores salidas de capitales a las ya observadas en los años 2014-15 y subidas en el costo del financiamiento externo para empresas y gobiernos de América Latina.
“Estos factores tendrían un mayor efecto contractivo sobre la región y Perú no estaría inmune”, anotó.