Atenas (Reuters).- Fue alabado como la oportunidad para transformar la imagen de Grecia en el exterior e impulsar el crecimiento, pero 10 años después de que el país acogiera el mayor acontecimiento deportivo del mundo, hay poco que celebrar en el lugar de nacimiento de los Juegos Olímpicos de la era moderna.
Muchas de las entonces brillantes instalaciones olímpicas, que tuvieron una actividad frenética, han sido abandonadas, mientras que otras se utilizan ocasionalmente para actos no deportivos como conferencias o bodas.
En el antiguo centro olímpico de remo, en la localidad de Maratón, que dio su nombre a la prueba de resistencia, perros vagabundos juegan entre las algas crecidas mientras decenas de jóvenes entrenan en el agua.
Al otro lado de la ciudad, la antigua sede de las pruebas de canoa y kayak se han secado, y se han arrancado filas enteras de asientos para los espectadores.
A un día del aniversario de los Juegos, que se disputaron del 13 al 29 de agosto de 2004, y mientras Brasil se prepara para los Juegos de Río 2016, muchos dudan de si Grecia, uno de los países más pequeños en organizar los Juegos, se benefició del acontecimiento multimillonario.
Para los griegos, que entonces se mostraron orgullosos, ahora los Juegos son un motivo de indignación mientras el país pasa por su sexto año de depresión, desempleo récord, falta de viviendas y pobreza. Grecia ha tenido muchos problemas para generar ingresos con las instalaciones.
“¿Celebrar qué?” preguntó Eleni Goliou, que tiene un ultramarinos en la capital. “Se gastaron dinero que no tenían – nuestro dinero, el dinero de los contribuyentes – en una gran fiesta. ¿Veis que quede dinero para una celebración?”.
Después de fracasar en su intento de organizar los Juegos del centenario en 1996, Grecia, fundadora de los Juegos de la Antigüedad y de la modernidad fue elegida organizadora de la edición de 2004 tras derrotar a Roma, la ciudad favorita.
Entusiasmo
Cuando el presidente del Comité Olímpico Internacional Juan Antonio Samaranch hizo el anuncio, la delegación griega – incluyendo al ex primer ministro Giorgios Papandreu – ministro en la época – estalló de júbilo, ondeó las banderas y se abrazaron.
Sin embargo, la euforia inicial se fue desvaneciendo, y Atenas desperdició los tres primeros de los siete años de preparación, lo que llevó a que recibiera una advertencia del COI en 2000 de que acelerara los preparativos o podría perder los Juegos.
El país se embarcó en una fiebre constructora que llevó a completar los proyectos a pocas semanas de los JJ.OO., pagando generosos salarios para conseguir tres turnos al día y asegurar la finalización de las instalaciones.
Nuevos tranvías y esplendorosos recintos crecieron junto a antiguas infraestructuras en la soleada capital de cuatro millones de habitantes, con una factura estimada de 8,220 millones de euros, el doble de las proyecciones iniciales.
“Fue dinero desperdiciado, y todo para hacer un espectáculo. Costó mucho”, dijo Dimitris Mardas, profesor de economía en la Universidad Aristóteles de Tesalónica, entonces secretario general de comercio.
La empresa griega de propiedades públicas ETAD, que se hizo con la gestión de varias instalaciones olímpicas en 2011, rechaza las críticas y que estén en mal estado. En un comunicado, afirma que “están siendo mantenidas por equipos especializados (…) mientras que las propiedades están vigiladas por empresas de seguridad”.
Un estudio de la Universidad de Oxford sobre los JJ.OO. de 1960 a 2012 halló que su coste se dobla siempre. En Grecia fue de un 97%, añadió.
No todas las instalaciones están abandonadas. El Centro para los Medios es un atareado centro comercial, la sede de badminton es un teatro y recintos cerca del aeropuerto en el antiguo aeropuerto de la capital se han vendido.
Pero incluso los defensores de los Juegos dicen que los gobiernos fallaron a la hora de aprovechar el legado olímpico y utilizarlo para impulsar el turismo, su principal industria. Solo un año después de los JJ.OO., hoteles construidos por espectadores tuvieron que cerrar.
“Si lo pones en una balanza, los aspectos positivos superan a los negativos, pero desgraciadamente, no hemos sabido comunicarlo”, dijo a Reuters el presidente del Comité Olímpico Griego y antiguo jugador de waterpolo Spyros Kapralos. “La cara de la ciudad cambió”.