Tokio (Reuters).- El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, anunció el miércoles su esperada decisión de retrasar en dos años y medio un alza del impuesto a las ventas, lo que deja en suspenso sus planes de implementar una reforma fiscal en el país debido a las señales cada vez más patentes de una economía débil.
Aunque la decisión podría ayudar a Abe a ganar votos para la elecciones de la Cámara alta el 10 de junio, podría generar dudas sobre sus planes para recortar la enorme deuda pública de Japón y los gigantescos costos del sistema de bienestar social destinados a una población que envejece rápidamente.
Consciente de la críticas de la oposición respecto a que el aplazamiento es una señal de que sus políticas de estímulo -denominadas “Abenomics”- han fracasado, Abe justificó la decisión al decir que era necesario protegerse de los riesgos generados por factores externos, particularmente de la desaceleración de la economía china.
“El ‘Abenomics’ ha estado produciendo resultados de manera constante, pero el ambiente económico global cambió rápida e inesperadamente en el último año. El mayor riesgo es la desaceleración de las economías emergentes”, dijo Abe en una rueda de prensa.
“Ante estos riesgos globales, debemos llevar a su máxima capacidad el motor del ‘Abenomics’ y acelerar los esfuerzos para escapar de la deflación”, sostuvo.
Es la segunda vez que el primer ministro retrasa un aumento del impuesto a las ventas al 10% desde el 8%, luego de que un incremento desde el 5% en abril del 2014 llevara a la economía japonesa a una recesión.
“Desde el punto de vista económico, el mercado posiblemente considerará la decisión de aplazar el alza tributaria como una sorpresa positiva para la demanda doméstica”, dijo Lee Jin Yang, analista de Aberdeen Asset Management en Singapur.
Abe sostuvo también que no ha renunciado a su compromiso de llevar el presupuesto primario al superávit en el año fiscal que comienza en abril de 2020 y controlar una deuda pública que más que duplica la producción económica anual de Japón. Aún así, las metas parecen elusivas, incluso si se consideran las optimistas proyecciones de una expansión promedio de 2 por ciento para el país en los próximos años.