AFP.- Antes del comienzo del Congreso del Partido Comunista Chino (PCC), en el que Xi Jinping logrará según todos los observadores un nuevo mandato de cinco años, los inversores extranjeros esperan que el presidente cumpla sus promesas de apertura de la segunda economía mundial.
En 2013, poco después de asumir su cargo, el primer ministro chino Li Keqiang entusiasmó a los dirigentes de la edición china del Foro Económico Mundial al prometer un tratamiento “equitativo” para las firmas extranjeras, un papel más importante para el mercado y reformas estructurales a favor del sector privado.
Hoy en día, cuando está a punto de empezar el Congreso quinquenal del PCC, esta euforia ya no existe. “Hay claramente una gran decepción”, indica a la AFP Christopher Balding, profesor de la Universidad de Pekín en Shenzhen.
China está mucho más centralizada que hace cinco años. Esto hace que sea muy complicado afirmar que está preparada para abrir su economía”, insiste.
Las empresas extranjeras se quejan de las discriminaciones drásticas que sufren en ciertos sectores, mientras que Washington y Bruselas denuncian el proteccionismo del gigante asiático.
Aunque el presidente chino, Xi Jinping, de 64 años, se diga defensor de la mundialización, la cámara de comercio europeo en Pekín señala por su parte una “lasitud” frente a unos “compromisos que nunca se concretizaron”.
Reformas
En una conferencia de prensa el martes, el portavoz del Congreso, Tuo Zhen, aseguró que el país no reduciría “el ritmo de las reformas”, pero reconoció la existencia de “intereses establecidos” que tienden a frenarlas.
Li Keqiang, de 62 años, “se ha esforzado para defender sus puntos de vista reformistas” y reducir el dominio de las empresas estatales, pero “está claro que no ha tenido ninguna influencia”, apuntan los expertos del Economist Intelligence Unit.
La “zona franca” de Shanghái, inaugurada por todo lo alto en 2013 como “laboratorio” de estas reformas, nunca consiguió despegar.
Con un perfil de economista anglófono, Li se vio rápidamente eclipsado por un Xi Jinping ávido de cimentar el poder del partido.
Prioridad al crecimiento
Apoyado por el consejero económico Liu He, Xi Jinping preside la comisión, pilotando los temas financieros y económicos, así como una nuevo comité, recientemente creado, dedicado a las reformas.
Xi y Li parecen divergir también sobre el incremento de la deuda, y los círculos de Xi Jinping se muestran más propensos a reconocer un riesgo mayor de desestabilización.
Como “Xi ya ha consolidado su autoridad” en el partido, podrá “utilizar su posición para imponer las decisiones necesarias para bloquear la deuda”, considera el Economist Intelligence Unit.
Además de ser “el núcleo dirigente” del PCC, Xi Jinping se convierte en contable de los temas económicos.
En otros sectores, son más escépticos: China va a continuar probablemente dando prioridad al crecimiento más que a la reducción de la deuda” con tal de preservar su actividad, juzga Balding.
Control del Estado
Xi podrá acelerar las reformas pero esto no cambiará su “reticencia a aflojar el control del Estado” sobre la economía, insiste Julian Evans-Pritchard, de Capital Economics.
Pekín intenta justamente reforzar sus grupos estáticos, fusionando algunos de ellos para crear grandes conglomerados, como en el ferrocarril y la energía, y abriendo su capital a inversores privados.
Pero estas reformas, que tendrían que mejorar su eficacia, “no impiden que el Estado mantenga una injerencia excesiva (…) a menudo en contra de su rendimiento”, según Evans-Pritchard.