Luego de trece años de investigaciones, se ha logrado desarrollar una tecnología que introduce un tipo de castaña endémica de Madre de Dios en otros territorios de la selva baja. Esta tecnología ha sido desarrollada por el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), organismo público adscrito al Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri).
Esta castaña, conocida en el mundo como “nuez del Brasil”, se comercializa con éxito en Brasil, sin embargo los mayores volúmenes de producción –por razones climáticas– se darían en territorios de Perú y Bolivia, según Walter Angulo Ruiz, especialista agroforestal del INIA y obtentor de esta tecnología.
Por lo mismo, de aplicarse este proyecto en el mediano plazo, el Perú podría competir con Brasil en el mercado de esta castaña.
Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Italia, Holanda, Rusia y China son los principales compradores de este tipo de castaña en el mundo, quienes lo utilizan en la industria alimenticia y cosmética.
Inicio e impacto del proyecto
Las estaciones experimentales agrarias del INIA en Iquitos y Pucallpa son las primeras zonas en las que se ha podido cultivar este árbol del castaño. El modelo también ha demostrado que esta variedad puede crecer en condiciones adversas, lo que ayudará a recuperar extensas áreas de suelos degradados en áreas productivas.
En el país las cosechas de este castaño son anuales. A partir del año 12 cada árbol puede rendir de 40 a 60 frutos. En los mercados un solo fruto se comercializa a S/. 3 aproximadamente, lo cual significa una ganancia anual de S/. 120 a S/. 180 por árbol.
Sin embargo como el castaño es una especie que aumenta su producción de frutos en el tiempo, en su etapa madura puede llegar a rendir de 200 a 400 frutos, lo que implica una ganancia entre los S/. 600 y S/. 1,200 anuales por árbol.
“La inversión en este esquema es muy accesible: a todo costo, un productor podría invertir S/. 4,000 por hectárea. Si utilizara mano de obra familiar, podría reducirlo a S/. 2,000 por hectárea”, afirma el especialista del INIA.
En el Perú existen 7.5 millones de hectáreas deforestadas a nivel nacional. De la cifra, 2 millones de hectáreas de suelos degradados pertenecen a la Amazonía.
“Con acondicionamiento inicial del suelo y manejo adecuado a la plantación la tecnología del INIA permitiría recuperar esos terrenos muchas veces dados por perdidos y abandonados”, indica el coordinador del proyecto.
“Solo entre Iquitos y Pucallpa hay más de 200,000 hectáreas donde se podría aplicar este modelo y generar ingresos en lugares donde la actividad económica se ha reducido”, añade.
Por su propia naturaleza, el árbol del castaño no puede vivir solo: necesita asociarse con árboles no maderables para sobrevivir y producir frutos. Por lo mismo, este esquema de producción ayudará a conceptualizar la plantación no tanto como un terreno cultivable sino como un bosque, con el consiguiente impacto ecológico y turístico.