(Bloomberg) Siento nostalgia de 2011. Recuerdo ese año como el del auge de los blogs económicos. La crisis financiera se había moderado, pero la recuperación de la recesión fue decepcionante, y todo el mundo hablaba sobre cómo reactivar el crecimiento. Los factores macroeconómicos volvían a ser importantes. Ahora, como la economía de Estados Unidos ha vuelto a adquirir cierta apariencia de normalidad y dadas las amenazas políticas en ciernes, los puntos más delicados del modelo macroeconómico ya no parecen temas de vida o muerte.
Como no hay una crisis financiera y una recesión que discutir, los economistas y autores de blogs han vuelto su atención a temas de largo plazo. Uno de ellos es el progreso tecnológico. Los economistas identifican la tecnología con la productividad y a menudo igualan a ambos con exactitud. Eso da a los economistas la sensación de que tienen algo que decir sobre tecnología.
Buena parte del debate se centra en si el progreso tecnológico se está desacelerando. Robert Gordon, economista de Northwestern y autor de “The Rise and Fall of American Growth” (“El apogeo y la decadencia del crecimiento de Estados Unidos”, en traducción libre) es el campeón de los defensores del estancamiento. Muchos creen en su argumento. Otros aceptan la idea de que el crecimiento ha caído, pero señalan que nadie puede conocer el futuro de la tecnología. Y otros sostienen que la caída de la productividad ha sido exagerada, ya que la tecnología nos ayuda a disfrutar más de nuestro tiempo de ocio, o porque es inherentemente difícil medir el valor de los productos gratuitos de software.
Aquí interviene Dietrich Vollrath. Este profesor de economía de la Universidad de Houston ha creado discretamente uno de los mejores blogs económicos de internet. Se centra en la economía del crecimiento y usa sus inusuales habilidades explicativas, mezcladas con la dosis justa de matemática, para sacar conclusiones sorprendentemente simples a partir de temas complejos.
Como el crecimiento en última instancia depende de la productividad, esto significa que Vollrath dedica mucho tiempo a hablar precisamente del tema que está en el centro del debate sobre estancamiento. No suele polemizar –sus análisis a veces apoyan a un lado de la discusión, otras, al otro. En una entrada particularmente excelente del blog, da una razón muy natural para que no se deba esperar que el crecimiento de la productividad caiga en el largo plazo: en esencia, los sectores en los que la tecnología mejora con rapidez tienden a convertirse en partes cada vez más pequeñas de la economía porque sus productos se vuelven cada día más baratos, dejando que los sectores que mejoran con lentitud consuman la mayor parte de nuestros esfuerzos. Esta idea ha estado en el tapete largo tiempo y es conocida como costo del mal de Baumol, pero Vollrath es quien mejor la ha explicado hasta ahora.
En un par de entradas recientes, la primera de ellas en septiembre de 2015 y la otra a comienzos de este mes, Vollrath da una razón para que no nos preocupemos tanto por la desaceleración de la productividad. Esencialmente, parte de ella podría ser una ilusión estadística.
Los economistas suelen equiparar la tecnología con la productividad global de los factores, que es igual al producto interno bruto dividido por alguna función que mida cuánta mano de obra y capital está usando la economía. John Fernald del Banco de la Reserva Federal de San Francisco es considerado generalmente el mejor en hacer esta operación.
Su análisis de los cambios de productividad desde 1990 muestran que ha habido una desaceleración de esa tasa de crecimiento desde comienzos de la década de 2000. En parte por ese motivo, la gente se toma ahora con tanta seriedad el argumento del estancamiento.
Pero como muestra Vollrath –en la primera entrada con álgebra, en la segunda con palabras claras--, hay al menos un error de medida que podría estar arrastrando hacia abajo esta cifra. Si las compañías están recaudando más renta económica –o sea, ganancia por no producir nada--, pero los partidarios de la idea del estancamiento no lo registran, parece que las empresas consumen demasiado capital. A su vez, eso hace que parezcan menos eficientes de lo que realmente son.
Con otras palabras, si las compañías absorben más renta, esto hace quedar rezagada la medida de productividad respecto del verdadero progreso tecnológico, y da la impresión de un estancamiento más grave que el real.
Entonces, ¿qué permite a las compañías obtener una mayor renta de la economía? La falta de competencia. Si el Gobierno concede demasiada protección a la propiedad intelectual, por ejemplo, eso puede ayudar a las empresas existentes a impedir la entrada de recién llegados y preservar gruesos márgenes de lucro a expensas de la economía. Si la nueva tecnología permite a las compañías crear monopolios naturales, eso puede tener un efecto similar. Una reglamentación antimonopólica floja, los cambios en el sistema financiero, el exceso de regulación y un simple nepotismo, todos ellos podrían tener efectos similares.
Y el hecho es que la concentración industrial está aumentando. El poder del mercado crece. Esto es peligroso para la economía, como cualquier profesor universitario le diría: podría estar creando cierto estancamiento de la productividad. Pero como muestra Vollrath, también puede dar la impresión de que el estancamiento de la tecnología es peor de lo que realmente es.
Por lo tanto, la próxima vez que alguien saque el tema del libro de Robert Gordon en una fiesta, mencione la posibilidad de un error de medición. Una razón más por la cual los blogs de economía siguen siendo útiles.
Esta columna no refleja necesariamente la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños