Guillermo Westreicher H
gwestreicher@diariogestion.com.pe
¿Debemos preocuparnos por la crisis alimentaria?
No vamos a sentirla como en otros países. El problema es que a nivel global producimos alimentos para mil millones de personas, cuando somos 7 mil millones. La crisis aún no ha explotado como debería ser, al nivel que se prevé.Hemos visto solo sus inicios.
¿No nos impactará por los commodities que importamos?
Efectivamente, importamos arroz, azúcar y trigo; que están sujetos a las variaciones de los mercados internacionales. Nosotros producimos estos cereales a nivel local, pero la demanda supera a la oferta. Por ello, debemos fortalecer las cadenas productivas. Eso nos permitiría soportar mejor el problema que se presentará en seis meses, cuando se agudice la crisis.
¿Somos ‘la despensa del mundo’?
Ese cliché todavía no funciona. Nuestras cadenas productivas no están bien articuladas. La mayoría de pequeños agricultores producen para autoconsumo y las grandes empresas, para exportar. Entonces, en el mercado interno, aunque se cubren las necesidades, aún estamos en posibilidades de desarrollar el tema comercial sin mayor apremio.
¿La idea es reducir el número de intermediarios?
La idea es desaparecer al intermediario, que es la principal causa del alza de precios. Es muy difícil deshacernos de él, porque chocamos con la idiosincrasia del medio. Pero podemos circunscribir su radio de acción. En otros países está regulada su presencia. Las autoridades deben ampliar su control.
¿Una manera de abordar este problema es brindar información y herramientas al productor?
Correcto. El pequeño productor siembra, cultiva y cosecha, y luego se pregunta qué hago. Entonces, viene el intermediario y se encarga. Pero si capacitas al agricultor y los organizas el siguiente paso es natural, desaparece el intermediario. Hay dos alternativas para el productor: comercializar o industrializar.
¿Cómo articular mejor las cadenas productivas?
Todavía no tenemos muy claro dónde el intermediario funciona. Un primer paso que nos puede ayudar es el censo agrario. Mucha gente no está valorando que después de catorce años lo estamos realizando. Las tendencias del mercado y los planes anuales se elaboran con datos totalmente irreales. Sin embargo, con las cifras actualizadas podremos promover la asociatividad y mejorar la competitividad de nuestra oferta exportable.
¿Por qué es importante la asociatividad?
Con el respaldo de una cooperativa, el financiamiento es más accesible. Además, se reducen los costos de producción porque los insumos se compran en grandes volúmenes. Se mejorará la productividad y los mayores márgenes de utilidad podrán reinvertirse en capacitación y modernización. Eso nos falta en el país.
¿Qué se debe tomar en cuenta al plantear un modelo de asociatividad?
En la asociatividad moderna cada productor recupera su inversión en proporción al trabajo desarrollado, no se trata de meter a todos en un mismo saco y luego repartir por igual. El cooperativismo del siglo pasado no funciona. Además, podremos acceder a los mercados internacionales, que piden volumen. Actualmente, vemos el esfuerzo de empresas independientes -como Camposol, Virú o Danper- para colocar sus productos en el exterior. Sin embargo, podemos desarrollar nuestra capacidad para que no sean solo 10 o 15 empresas agroexportadoras, sino lleguen a 50 o 60.
El tema de la Convención de Agronegocios (llevada a cabo el viernes 14 de setiembre y organizada por la UPC) fue la Gestión de Alimentos ¿Qué mensaje rescata?
Hace 40 años los alimentos no eran un instrumento estratégico, pero hoy sí. Necesito de la gestión empresarial para desarrollar el tema productivo, la industrialización (valor agregado), el lado comercial (ferias, comercio electrónico, gestión de calidad, etc). Y hemos avanzado, porque ya nadie cuestiona, por ejemplo, las certificaciones requeridas para entrar a Japón. El reto es convertir a nuestros emprendedores en empresarios, de mano de la gestión, que es la capacidad para tomar decisiones.