Anthony Laub
Socio de Laub & Quijandría
Cuestionar la viabilidad del proyecto del Gasoducto Sur Peruano (GSP) está fuera del debate. Ni un candidato ha deslizado la posibilidad de paralizar su ejecución, pero se debe ver si puede funcionar como un proyecto integral, no solo por la conexión que tenga con las centrales térmicas en el sur, sino también las posibilidades para una industria petroquímica o un módulo (tren) de exportación de GNL.
Su fortaleza es que se descentraliza la generación fuera de Lima y se lleva al sur. Además, significa tener un insumo barato que permitiría algún grado de industrialización en el sur. Su debilidad es que el proceso de adjudicación fue cuestionado.
El riesgo es que no contamos, hasta la fecha, ni con los que tomarán el gas al final del GSP, ni con el gas que va a ser inyectado en el ducto. Hasta hoy solo hay reservado 1 TCF por D.S. del Gobierno anterior, y esa es toda la garantía con que se cuenta. Se sabe que en la cuenca de Camisea hay 40 TCF, y en diez años de ejecución de Camisea no se ha consumido ni 2 TCF de los 14 TCF probados. Hay que verificar que el proyecto se maneje de forma transparente y correcta, y si no, ver la forma de recomponer aquello que le hace daño al proyecto y ver como lo sacamos adelante.
Humberto Campodónico
Miembro del plan del Frente Amplio
Diez años después del inicio de la operación de Camisea, hoy nos falta capacidad de transporte de gas, los industriales se quejan de que no hay gas. Pero las condiciones que se dieron para Camisea no se han dado para el GSP. Camisea se enfocó como un proyecto integral, con oferta, ducto y demanda, aunque fue inicial, y eso, para el GSP no existe. El congresista Juan Pari dice que este proyecto es un elefante blanco, porque no tiene oferta y le falta demanda. Tiene razón, el problema es que no está concebido como proyecto integral y ese es uno de sus principales defectos. Por eso, propongo que haya una autoridad gubernamental, jefe del proyecto, que convoque a los diferentes sectores económicos y privados, a gobiernos regionales, para concebirlo como un proyecto que tenga oferta. Y tendrá que tener gas del lote 58; el del 88 no alcanza para todo (el consumo estimado).
Los 450 millones de pies cúbicos diarios) son una fracción de lo que se debe consumir, si consideramos además del nodo energético del sur y minas, la petroquímica y exportar GNL, pero no a México o EE.UU. sino al Asia. De lo que conversé, estos dos últimos van, hay actores dispuestos a tenerlo. Creo que se debe buscar una solución, ante la importancia del proyecto.
Carlos Paredes
Director de Intelfin
Antes de decir si conviene parar o abortar un proceso, es importante analizar si la idea es buena desde el punto de vista económico. En el 2012 dije por qué esto era una mala idea, y desde entonces a ahora, no ha cambiado nada que lo haga una buena idea. Lo único que apareció son mayores problemas en términos de aparente falta de transparencia, y ‘Lava Jato’.
En lo económico, no hay oferta y demanda, pero nos va a costar US$ 4,500 millones, y el Perú no está para botar esa cifra. Hay que ver si el conseguir o no el financiamiento, es algo bueno o no para el país. Si se sigue el proyecto, hay que asegurar que tenga grandes demandantes de gas y pensar una gran estrategia de desarrollo.
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