“Cada mañana, de lunes a viernes, en pequeños pueblos del Perú, grandes camiones de empresas mineras de origen chino retumban por estrechas calles. Aunque algunas veces activistas ambientales y grupos comunitarios han rechazado mediante manifestaciones violentas proyectos de extracción de recursos en ciertas áreas, el gigante asiático continúa invirtiendo en el Perú”, relata el periodista Nathaniel Parish Flannery.
Después de una charla con el presidente chino, Xi Jinping, el mandatario peruano, Ollanta Humala, enfatizó: “Para nosotros China constituye hoy día un importante socio comercial y creemos que, como se van desarrollando los acontecimientos, el Perú puede ser el primer centro de inversiones chinas en Latinoamérica”.
En aquella ocasión, recuerda Parish, precisamente, en abril, Xi Jinping dijo, por su parte, que el dialogo continuo entre los líderes de ambas naciones “imprimirá un impulso importante para que la asociación estratégica entre China y Perú registre avances sustantivos”.
En 2011, China superó a los EE.UU. al convertirse en el principal destino de las exportaciones peruanas. Durante una visita a Shanghái en 2012, el titular de Economía, Luis Castilla, aseguró que en lo que respecta a la entrada de capitales chinos al Perú, “tenemos la posibilidad de ver que la inversión crezca diez veces [al 2018]”. “Va a ser en minería, energía, petroquímica e infraestructura, pero la minería será el sector más importante”.
Más tarde, Castilla Rubio estimó que las inversiones chinas en el país andino podrían llegar a US$ 20 mil millones al 2018. En 2012 –cuando Perú creció a 6.3%, una de las mayores tasas de crecimiento económico registradas en América Latina-, las compañías de origen chino Minmetals, Zijing Mining Group, Chinalco y Shougang anunciaron planes de inversión por más de US$ 7 mil millones en proyectos mineros para el 2017.
Pese a ello, en 2013, la desaceleración de la actividad manufacturera de China y el aumento del descontento de los grupos indígenas peruanos –señala el autor de la publicación en Forbes- pueden poner en riesgo el boom de las inversiones entre ambas naciones. El artículo indica que la ralentización de las exportaciones de minerales es una razón para que el crecimiento económico del país latinoamericano decaiga, el cual probablemente bajará al 5% este año.
Mientras tanto, se espera que la economía china se enfríe aún más hacia finales de año, una tendencia que ejercerá una presión a la baja sobre la tasa de crecimiento de Perú –advierte Parish Flannery-.
Por su parte, el fenómeno creciente de proyectos de lucha contra la minería encabezados por habitantes rurales y grupos de indígenas descontentos pondrá a prueba la relación entre China y Perú. Dado a la compleja dinámica en el Perú, “los pobladores pueden protestar y desbaratar los proyectos mineros”, refiere la consultora Mariana Costa al colaborador de la revista americana.
Chinalco enfrentó oposición por un proyecto minero que se llevará a cabo en Morococha, a pesar (o quizás debido a) su iniciativa de construir viviendas nuevas para reubicar a unos 5000 pobladores. Otro caso es el de Zhijin Mining, pues civiles descontentos apuntan a descarrilar un proyecto de US$ 1.5 mil millones. Y desde enero de este año, el proyecto por US$ 2.5 mil millones de Lumina Copper está en suspenso, después de las continuas protestas y la oposición ferviente de grupos locales, -cuenta así Nathaniel Parish-.
Pero de acuerdo a personas consultadas por el periodista, no se trata de una hostilidad específica contra firmas de origen chino, sino de un movimiento social sobre la minería en general. El gobierno peruano se ha comprometido a apoyar proyectos de inversión minera, a pesar de esto, “la amenaza de las protestas podría disuadir y hasta descarrilar iniciativas potenciales”.
No obstante, el Perú sigue siendo visto por los inversionistas extranjeros como una economía bien administrada. De hecho, los fundamentos económicos que ponen en relieve la relación entre el gigante asiático y el país andino no cambiarían en el corto plazo.
Para el también analista, la dinámica de la relación entre China y Perú, bajo la que Beijing necesita materias primas mientras que a Lima le urge impulsar las exportaciones, proporciona un marco sobre la manera en que China se aproxima a toda América Latina.
Según la publicación, los empresarios chinos están aprendiendo a aclimatarse en un nuevo entorno donde existen poderosas organizaciones de base. Si ellos buscan garantizar su éxito en el Perú, no solo tendrán que construir sólidas relaciones con altos funcionarios peruanos, también deberán centrarse en brindar ayuda comunitaria y mostrar iniciativas de responsabilidad social.
Hongxiang Huang, fundador de Dialogue for Chinese Investment para África y Sudamérica, remarca que los directivos de empresas chinas tratan “de donar dinero a los gobiernos locales para escuelas y hospitales, pero su comunicación con la población sigue siendo su punto débil”. Por tanto, establecer relaciones con las organizaciones no gubernamentales, activistas políticos y medios locales debe constituir un área de interés para esas firmas.
A pesar de la amenaza de protestas, las empresas chinas todavía están interesadas en Perú. “Los inversionistas deben fijarse en lo que están haciendo algunas empresas asiáticas para participar en iniciativas de RSE y en los pasos que están dando para llegar a las comunidades de las áreas donde operan. Después de todo, en el Perú los manifestantes tienen el poder y el diálogo entre empresas y comunidades es la clave del éxito de los grandes proyectos”, concluye Parish desde Forbes.