María Claudia de la Barra / Karina Montoya
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Las investigaciones en ciencia política que datan de los años 90 hasta el presente han dado un giro significativo, especialmente respecto de la economía. La llamada “maldición de los recursos”, que suponía bajas tasas de crecimiento a largo plazo y baja calidad institucional en países con una fuerte industria extractiva, no se ha cumplido como se previó en la región.
“ América Latina tiene países altamente dependientes de las actividades extractivas; sin embargo, hay muy pocas guerras civiles. La relación de esta industria y bajas probabilidades de regímenes democráticos tampoco parece cumplirse”, detalló Farid Kahhat, internacionalista y catedrático de la PUCP.
Un ejemplo de esto podría ser el sector extractivo chileno. “No nos gusta compararnos con Chile, pero en esta área tiene ventajas claras sobre nosotros”, señaló. Estas serían tres: un fondo de estabilización basado en las rentas de la exportación de cobre, entidades separadas para asignar los recursos al fondo y decidir cómo se gastan; finalmente, mecanismos que elevan la tasa de impuestos según la conducta de los precios internacionales.
Rompiendo esquemas
Para Kahhat, es cuestionable que el Perú haya cedido a la ‘maldición de los recursos’ o enfermedad Holandesa. “El crecimiento basado en exportaciones, sobre todo extractivas, se ha mantenido en niveles relativamente elevados pese a la crisis internacional”, detalló. Así, el país “parece ser un ejemplo de la nueva literatura del siglo XXI que cuestiona las tragedias previstas a fines del siglo XX”.
Señaló que los conflictos sociales surgen en países con dependencia histórica de su industria extractiva, como Perú, Colombia y Ecuador. Sin embargo, suceden también en El Salvador, que no comparte ese esquema económico. “Es una tendencia más amplia y tiene que ver con la alta cotización de esos recursos. Existen en países completamente disímiles, lo que sugiere que no son resultado de una mera manipulación política”, detalló.
“El punto es cómo utilizar la bonanza exportadora para generar un crecimiento sostenible a largo plazo, ahí tenemos déficits”, advirtió. El mayor problema en el Perú, a diferencia de Chile, es que los contratos de estabilidad tributaria en el sector no varían aunque haya tendencias negativas en el mercado de los metales.
Además, si bien el Gobierno peruano ya ha adoptado un fondo de estabilización para políticas contracíclicas, este no es de la magnitud que debería, subrayó Kahhat. “El problema es dormirse sobre los laureles y no darse cuenta que cuando caigan los precios de algunos recursos o se acaben las reservas, esas cosas [en la economía] van a dejar de ir bien”.