Enrique Obando
Especialista en temas de inteligencia y geopolítica
El enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Europea por un lado, y Rusia por el otro, respecto al tema de Ucrania, ha llevado a la aplicación de sanciones de parte de Occidente y contra sanciones de parte rusa. Dichas sanciones nos llevan a pensar en la posibilidad de que el gas sea incluido en ellas y en la dependencia de Europa Occidental en este aspecto respecto a Rusia.
Aproximadamente un tercio del gas que se consume en Europa proviene de Rusia y cerca de la mitad de ese gas pasa por Ucrania. Seis países dependen totalmente de Rusia en este aspecto: Bulgaria, Estonia, Finlandia, Letonia, Lituania y Suecia. Cinco países no dependen en lo absoluto: Dinamarca, Irlanda, Portugal, España y el Reino Unido. El resto dependen en mayor o menor medida de dicho gas. La República Checa, Eslovaquia y Polonia en un 80%, Grecia y Austria en un 70%, Hungría en un 60%, Alemania en un 40%, Italia en un 27%, Francia en un 23%, Holanda en un 5.8% y Bélgica en un 5%.
En medio de esta guerra de sanciones y contra sanciones ¿puede Rusia cerrar el caño del gas a Europa, sobre todo ahora que se aproxima el invierno? De hecho Rusia ya ha cerrado el grifo a Ucrania en 2006 y 2009 por falta de pago. En estos años Ucrania secuestró el gas europeo que pasaba por su territorio para atender sus necesidades. Estas crisis duraron sin embargo unos pocos días. En la actual crisis Rusia ya ha cortado el gas a Ucrania también por pagos atrasados. Además el conflicto ha hecho que Rusia ya no le venda a Ucrania gas a precios especiales, que eran 80% inferiores al precio que paga Europa. Kiev ahora no puede recurrir al secuestro del gas europeo porque Europa Occidental es su aliado frente a Rusia. Ucrania puede vivir un corto tiempo de sus reservas, pero si el corte se prolonga Ucrania tiene pocas alternativas. No puede recibir gas natural licuado por mar ya que no tiene las instalaciones para ello, ni los buques que lo transportan pueden circular por el Bósforo. Asimismo, los oleoductos que la unen a Europa Occidental no son de doble dirección, en otras palabras no puede circular gas en dirección de Europa a Ucrania, excepto en el oleoducto que pasa por Hungría y Eslovaquia. Este sólo podría satisfacer el 10% de la demanda ucraniana.
Si Ucrania está en una situación delicada, ¿qué pasaría con Europa si Rusia le cierra los grifos? Ante esta posibilidad las alternativas europeas son tres. Importar por vía marítima gas natural licuado (LNG), recurrir al gas de esquisto norteamericano o incrementar su propia producción de gas. Europa no está preparada para lo primero. En ese sentido Lituania está tratando de construir rápidamente en el puerto de Klaipeda, sobre el mar Báltico, una terminal de LNG que le permita recibir este tipo de gas.
De otro lado, los precios de LNG se dispararon en 2011 cuando Japón cerró sus centrales nucleares debido al desastre de Fukushima. El LNG es caro y más caro es el flete de traerlo desde Qatar o Trinidad. ¿Qué hay del gas de esquisto? Recién el próximo año estará lista la terminal exportadora de este gas en Louisiana y no alcanzará para abastecer a los europeos. Las otras terminales demorarán todavía varios años.
Finalmente, está la posibilidad de que Europa incremente la producción de su propio gas. Noruega, Gran Bretaña y Holanda tienen yacimientos en el Mar del Norte, pero es poco probable que la producción se incremente para satisfacer la demanda. Europa podría tener su propio gas de esquisto, pero debido a razones ambientales en un continente con una densidad poblacional tan alta como Europa, hay una fuerte oposición a este método de extracción de gas por razones ambientales, que incluyen la contaminación de la napa freática de donde sale el agua que consume la población.
En consecuencia, Europa no tiene una alternativa al gas ruso sino hasta dentro de algunos años, y esto a precios significativamente más altos.
¿Qué ocurre con los rusos? Rusia ya ha asegurado un mercado alternativo a Europa y ese mercado es China. El 21 de mayo, durante la visita a Pekín de Vladimir Putin, se firmó un contrato entre los gigantes estatales ruso y chino Gazprom y CNPC por 400,000 millones de dólares para brindar combustible a China por 30 años. El problema es que el suministro se iniciaría recién en 2018. Falta terminar los gasoductos Altai y Fuerza de Siberia, que vienen construyéndose desde el 2006 el primero y 2007 el segundo. Desde el 2013 se ha suspendido el proyecto Altai para dar prioridad al Fuerza de Siberia.
En resumen, Europa no tiene alternativa a corto plazo al gas ruso y Rusia no tiene alternativa a corto plazo a la venta de gas a Europa. Esto nos debe llevar a pensar que ni Europa presionará tanto que pueda poner en riesgo su suministro de gas, ni Rusia estará interesada en cortar el gas a Europa en el corto plazo. Esto es lo que la lógica nos dice. Lamentablemente, también sabemos que cuando el conflicto se sale fuera de control, lo último que cuenta es la lógica.