(Bloomberg) La insistencia de Mario Draghi en que su programa de estímulo está todavía por la mitad suscita una idea alarmante. ¿Y si los mejores efectos ya han pasado?
Por lo menos cuatro veces en la conferencia de prensa en Viena del jueves, el presidente del Banco Central Europeo destacó que las autoridades tienen que observar un “pleno impacto” y deben “concentrarse en la instrumentación” de sus medidas. Eso augura un mes activo en tanto los funcionarios continúan absorbiendo deuda pública, empiezan a comprar bonos empresariales y concretan el primero de cuatro ofrecimientos de préstamos a largo plazo a los bancos.
Si bien las declaraciones de Draghi sugieren que el próximo gran hito del calendario en la evaluación del estímulo por parte del BCE será septiembre –tras la difusión de los datos sobre crecimiento económico y en coincidencia con su nueva tanda de pronósticos-, hasta ahora las señales son débiles. Un nuevo informe de precios al consumidor negativos puso de relieve esta semana el desafío de reactivar una economía agotada luego de años de crisis de deuda y postergación de reformas, además de castigada por fuerzas globales que escapan al control del BCE.
“Estamos llegando a un punto en que la eficacia de las intervenciones disminuye radicalmente”, dijo en Bloomberg Television Andrew Balls, director de renta fija global de Pimco. “Si hay una recesión, lo cual es perfectamente verosímil en los próximos tres a cinco años, es una verdadera incógnita cómo podrán responder las autoridades”.
Sin vacilaciones
Las compras de activos que comenzaron en 2014 se convirtieron en un pleno programa de relajación cuantitativa –QE por la sigla en inglés- que desde entonces se ha extendido, expandido y ampliado. Los funcionarios comprarán ahora 80,000 millones de euros (US$ 90,000 millones) por mes hasta por lo menos marzo de 2017. Las tasas de interés se han reducido casi al nivel más bajo que pueden resistir los bancos, y a partir de este mes esas mismas entidades crediticias pueden acceder a un programa que podría pagarles por recibir dinero del banco central.
Draghi insiste en que las autoridades no sólo consideran que las medidas son efectivas, sino que también están dispuestas a hacer más en caso de ser necesario.
“Tenemos que ver el pleno impacto de las medidas tomadas en marzo, tanto las instrumentadas como las que se va a instrumentar”, dijo a la prensa. “Está muy claro, de todos modos, que no vacilaremos en actuar”.
Puede que el BCE haya evitado un grave deterioro de la situación financiera. Los préstamos a la empresas de la zona del euro son más baratos, y el promedio de los costos crediticios se redujo a apenas por encima de 2% en marzo, mientras que era de 3% a principios de 2014. Las tasas de interés sobre las hipotecas registraron una declinación comparable en el mismo período.
Sin embargo, los nuevos pronósticos económicos de la institución, que comprenden por primera vez el efecto de la última ronda de estímulo, indican que la meta de inflación no está más cerca de cumplirse. Las últimas perspectivas son que el crecimiento de los precios al consumidor promediará 1.6% en 2018, menos que la meta de apenas por debajo de 2%.
“Si se observa la situación con los ojos del BCE, se ve un leve aumento de las inversiones, un leve incremento de los agregados monetarios y también del crédito”, dijo Carsten Brzeski, economista jefe de ING-Diba en Fráncfort. “¿Cuánto tiempo llevará? La respuesta es que depende de cosas como las reformas estructurales y las diversas economías en particular y que es muy difícil saberlo”.