(Bloomberg) No es ningún secreto que China es una sociedad envejecida que debe costear una factura de pensiones cada vez alta. Sí, parece serlo, empero, qué proporción de esa factura carece de financiamiento.
Es una cuestión cada vez más apremiante dado que casi un tercio del país más populoso del mundo tendrá más de 60 años en 2050, según datos de Naciones Unidas. En 2015, la pensión de cada habitante jubilado era financiada con los aportes de menos de tres asalariados, según las estimaciones gubernamentales.
Cuando China estableció el actual sistema de pensiones a principios de los años 1990, inmediatamente se produjo un déficit, ya que el gobierno comenzó a pagar a los jubilados utilizando las contribuciones actuales de la población trabajadora sin que hubiera una acumulación de efectivo de la generación anterior.
El problema se agravó a finales de los Noventa, cuando millones de trabajadores de empresas estatales fueron despedidos y se les ofrecieron pensiones a pesar de que no habían alcanzado la edad de retirarse.
Existen algunas estimaciones no oficiales de la brecha, como la del colaborador de Enodo Economics, Stuart Leckie, quien ha asesorado al gobierno de China sobre el tema. Leckie proyecta que el agujero crecerá hasta 1.2 billones de yuanes para 2019, lo cual gravitará sobre la deuda pública. No hay datos oficiales disponibles.
No hay datos disponibles sobre la brecha en el informe anual del Consejo Nacional para el Fondo de Seguridad Social.
El Ministerio de Recursos Humanos y Seguridad Social publicó un informe sobre el seguro social en China en 2014 y 2015, que permitía tener una idea de la carga de pensiones del país, pero dejó de hacerlo a partir de 2016. El ministerio no respondió a una consulta.
“La falta de información pública ha dificultado abordar el tema”, dice Yang Yansui, profesor de gobernanza pública de la Universidad de Tsinghua en Pekín, añadiendo que la brecha sigue aumentando y es más grave en lugares como el noreste de China, donde las empresas estatales acaparan una mayor proporción de la economía.
La dinámica migratoria desencadenada por la urbanización ha generado una diversificación regional notoria en términos de la carga de pensiones.
Los pensionados en Guangdong son financiados por más de nueve personas en actividad en tanto los jóvenes chinos se trasladan a la próspera provincia costera, buscando mejores oportunidades y, cuando los encuentran, contribuyen al fondo de pensiones local.
La relación pensionados-trabajadores en actividad es de aproximadamente 1:1,5 en Jilin y Heilongjiang, dos provincias en el cinturón industrial del noreste de China, que ha visto éxodos de población en los últimos años.
La carga jubilatoria se suma al estrés fiscal en las provincias menos desarrolladas y traba su iniciativa de ponerse a la altura de las zonas desarrolladas mejorando los servicios públicos y atrayendo inversiones externas.
El gobierno designó al funcionario reformista Lou Jiwei para dirigir el Consejo Nacional del Fondo de Seguridad Social a fines del año pasado, una señal de que se propone abordar seriamente el problema.
Y este año, el premier Li Keqianq se comprometió a transferir parte de los beneficios de las empresas estatales al fondo para llenar el vacío, pero hasta el momento no se han publicado actualizaciones.
Enodo dice que el principal problema es que la población pensionada crecerá rápidamente al disminuir la fuerza de trabajo y que se necesita una respuesta más estructural que simplemente tapar el agujero.
“La respuesta es elevar la baja edad de retiro y permitir que los fondos de pensiones inviertan en activos de mayor rendimiento”, sostiene el informe.