EQUIVOCADO. El presidente Humala, una vez más, mostró agilidad para esquivar a sus asesores. Durante la inauguración de la Semana de la Inclusión Social, el mandatario se mandó a afirmar que el centro de su gobierno (“la niña de sus ojos”) no es la política económica, sino la política social. Según manifestó: “Inicialmente asumimos que era crecer para incluir, pero hoy día nos hemos dado cuenta de que es al revés: incluir para crecer”.
Especificar que la tarea central del Gobierno es reducir los niveles de pobreza y trabajar en la inclusión no tiene nada de malo. Por el contrario, este debe ser el objetivo principal de cualquier Estado que tenga en sus filas ciudadanos con oportunidades desiguales. El problema está en desligar la política económica de este fenómeno.
En los últimos 20 años el Perú ha casi triplicado su producción, creciendo a un ritmo promedio anual por encima del 5%. En este mismo lapso, el país ha logrado la inclusión más significativa de nuestra historia republicana (y la más importante de América Latina durante este periodo). La pobreza se redujo de 54.4% en 1991 a 25.8% en el 2012. Y dentro de ella, la pobreza extrema bajó desde 23% a 6%. Es decir, casi un tercio de la población dejó atrás la pobreza para integrar una nueva clase emergente. Todo esto, además, mientras se reducían los índices de desigualdad a lo largo y ancho del territorio.
De acuerdo a un estudio del Banco Mundial sobre Perú, aproximadamente el 80% de la reducción de la pobreza es atribuible al crecimiento económico mientras que solo el 20% restante le corresponde a los programas sociales.
Eso no quiere decir que los programas sociales no sean importantes. El efecto del crecimiento, pues, no es inmediato y, mientras este se acerca a alcanzar oportunidades, el Estado tiene la responsabilidad de aliviar las necesidades más urgentes de la población.
Por lo demás, quizá el presidente Humala se ha olvidado que el gasto es una consecuencia de la recaudación. Y el principal factor que le ha permitido aumentar el gasto social en casi 50% respecto al del 2010 es, irónicamente, el crecimiento económico.