Las divisas, los bonos y las acciones han registrado un repunte y el capital ha vuelto a entrar en estos países. No obstante, las bases de este optimismo siguen siendo frágiles. Es cierto que los motivos para que las gestoras de fondos estén más tranquilas están justificados.
El pesimismo que rodea a estos activos parece estar superado y los mercados emergentes han recuperado parte de su atractivo. En lo que va de año, el índice MSCI Emerging Market ha registrado un repunte del 2.4%, superando al Índice Global de Mercados Desarrollados, que ha sufrido un retroceso del 2.7%.
Los tipos de cambio también se han recuperado; el real brasileño ha subido un 7.6% frente al dólar, el rublo un 6.4% y la lira turca, un 2.4%. La deuda de los mercados emergentes en moneda local y en dólares ha registrado beneficios. En marzo, la inversión de cartera en mercados emergentes alcanzó el máximo de los últimos 21 meses, situándose en 36.800 millones de dólares, según el Institute of International Finance. JP Morgan asegura que los inversores han apostado sobre todo por los bonos en moneda local y el mercado de divisas de los mercados emergentes.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que parte de esta mejora se debe a las decisiones de los bancos centrales en los mercados desarrollados y, en concreto, a la aparente reticencia de la Reserva Federal de EE.UU. a subir los tipos. La devaluación del dólar ha dado cierto margen. Y la distensión de la política monetaria también ha favorecido a los mercados, al aumentar el apetito por el riesgo. Pero los mercados emergentes no dependen únicamente de la amabilidad de los extranjeros.
El miedo a una devaluación china se ha calmado, gracias a una comunicación más clara de los políticos. Los inversores esperan que se produzca un cambio político en Brasil, donde el Gobierno de Dilma Rousseff se tambalea. Rusia, pese a verse visto perjudicada por generar inestabilidad política, se ha ganado la confianza de los inversores por su gestión de la crisis del precio del petróleo. Y en los próximos meses, el foco de la preocupación de los inversores globales puede volver a Europa. Grecia vuelve a la agenda, y el referéndum de Reino Unido sobre la pertenencia a la UE también genera nerviosismo. Los mercados emergentes podrían beneficiarse de no encabezar la lista de los temores de los inversores.
Pero para confiar en una verdadera recuperación de los mercados emergentes, los inversores tendrán que apreciar más pruebas de reformas y de un crecimiento sostenible. Teniendo en cuenta que este último giro es atribuible a los ajustes globales en los tipos de cambio y a las expectativas en torno a los tipos de interés estadounidenses, puede invertirse. Incluso una aceleración del crecimiento de EE.UU. puede convertirse en un problema: probablemente lleve a los mercados a efectuar un ajuste de las condiciones financieras globales ante la posibilidad de que la Fed adopte un tono menos flexible.
Una realidad en la que una recuperación estadounidense más sólida representa una preocupación no inspira confianza en que los mercados emergentes estén totalmente fuera de peligro. Por tanto, no puede garantizarse que la recuperación vaya a mantenerse en el tiempo.
Diario Expansión de España
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)