(AFP).- La tasa de desempleo en España, luego de trimestres de reducciones, se estancó en 21%, un porcentaje muy elevado que no conviene al gobierno conservador saliente de Mariano Rajoy a dos meses de la celebración de nuevas elecciones.
En el primer trimestre de este año, la cuarta economía de la Eurozona tenía 4.79 millones de demandantes de empleo, 11,900 más que a finales de 2015, informó este jueves el Instituto Nacional de Estadística (INE), un alza de 0.1 puntos porcentuales.
En término absolutos, el número de desocupados aumentó por primera vez desde finales de 2014 y España sigue teniendo la segunda tasa más elevada de la Eurozona detrás de Grecia (24.4% en el cuarto trimestre del 2015).
“Son datos positivos”, consideró sin embargo el ministro de Economía, Luis de Guindos, quien, previendo la creación de 470,000 empleos anuales hasta el 2019, recordó que tradicionalmente en el primer trimestre del año la desocupación suele aumentar en España.
La economía española depende fuertemente del turismo, que representa 11% del Producto Interior Bruto (PIB) y genera muchos empleos estacionales, menos numerosos durante el invierno boreal.
Raúl Ramos, profesor de economía de la Universidad de Barcelona, destaca no obstante que “en términos anuales, existe una reducción importante del número de parados”. En el primer trimeste del 2016 hay 653,200 demandantes de empleo menos que en el mismo periodo de 2015.
“El ritmo de reducción de esta tasa está siendo bastante más rápido de lo que se preveía”, dice, aludiendo a la desocupación récord de 26.94%, alcanzada en el primer trimestre del 2013, en el peor momento de la crisis económica que sacudió al país a partir del 2008.
El ejecutivo de Rajoy había hecho campaña para las legislativas del 20 diciembre felicitándose por la reducción del desempleo, en 2.8 puntos porcentuales en 2015.
Desde entonces, su gobierno conservador está en funciones. Ante la incapacidad de los partidos políticos para alcanzar un acuerdo de gobierno en un parlamento muy fragmentado, se prevén nuevas elecciones el 26 de junio.
Los economistas divergen sin embargo sobre el impacto de esta incertidumbre en el empleo.
“Este retraso puede resultar en un aplazamientos de la inversión” por las empresas, teme Alfredo Pastor, profesor de la IESE Business School de Madrid.
“Yo no creo que las empresas a la hora de contratar a un trabajador porque ven que aumenta su cartera de pedidos lo atrasen por la falta de gobierno”, dice sin embargo Ramos.
Problemas estructurales.
Persisten sin embargo dificultades en términos estructurales.
España tiene un número importante de diplomados superiores, pero también de personas que abandonaron los estudios demasiado pronto, y pocos trabajadores con calificación intermedia (21.9% en el 2014 frente a 42.7% en la OCDE, según el ministerio de Educación).
Esta situación provoca “un desajuste entre lo que necesitan las empresas y lo que el mercado ofrece”, señala Ramos, considerando que eso explica “un desempleo estructural muy elevado”.
Àngels Valls, profesora de Economía en la escuela de administración de empresas ESADE, señala que la reactivación se centró principalmente “en los servicios”, pero el desempleo sigue siendo elevado en la agricultura y la industria.
En el 2015, según el INE, 87% de las creaciones netas de empleo concernían al sector servicios. En el primer trimestre del 2016, fue también éste el más afectado por el alza de la desocupación (-53.400 puestos).
“A veces, un incremento del paro puede ser una buena noticia al comienzo de la recuperación” porque más personas se lanzan a la búsqueda de un trabajo, explica Valls. Sin embargo aquí “no crece la población activa, no se está produciendo el efecto llamada esperado”, subraya.
El desempleo sigue así siendo el punto negro de la economía en España, donde el número de hogares donde nadie trabaja es aún de 1,61 millones, un problema social que preocupa a las ONG que asisten a estas personas obligadas a recurrir a bancos de alimentos o comedores sociales.
Una de los dos grandes sindicatos del país, la Unión General de Trabajadores (UGT), manifestó su preocupación por la proporción de contratos a tiempo parcial que, pese a disminuir, “perfila en España un futuro mercado de trabajo de baja calidad”, según su secretaria de políticas sociales, Mari Carmen Barrera.