Ante las propuestas de los candidatos presidenciales, dos economistas conversan sobre la conveniencia de renegociar los contratos de gas natural. Aquí el diálogo entre Maynardo (M), a favor, y Adamo (A), en contra.
M: ¿Has escuchado las ofertas electorales? Los candidatos ofrecen renegociar los contratos del gas de Camisea y masificar su uso. ¡Por fin se va a atender a los reclamos de la población!
A: Discrepo de ti. Las señales que estaríamos dando serían funestas. No se puede renegociar un contrato de forma unilateral. Si lo hacemos, el Estado peruano perdería credibilidad. ¿Quién invertiría en nuestro país sabiendo que las reglas de juego se pueden cambiar de manera arbitraria?
M: Pero si renegociar el gas ¡es defender los intereses nacionales!
A: Alrededor del tema del gas hay mucho de fetiche y poco de raciocinio económico. En las tres últimas elecciones, el tema del gas ha sido un elemento recurrente de campaña, casi como una “piñata” a la cual todos los candidatos golpean buscando que les caigan votos.
M: Una cosa para mí es clara: si previamente no has abastecido al mercado interno, masificando el gas, entonces no deberías exportarlo.
A: Comparto el objetivo de la masificación del gas, pero la dicotomía mercado interno o exportación es un falso dilema. Dado que el mercado interno es relativamente pequeño y que Camisea tiene reservas suficientes para abastecerlo, el permitir exportar el gas es una manera de incentivar a que otros exploren y encuentren más gas. Si se elimina la posibilidad
de exportar, entonces ¿quién va a arriesgar su capital en explorar?
M: Me estás preguntando algo como “qué viene primero el huevo o la gallina”, ¿no? ¿Qué es primero, explorar y descubrir reservas para luego exportar o abrir la exportación para promover la exploración y generar así nuevas reservas? Mira Adamo, te compro el argumento del huevo y la gallina, pero no me vas a decir que no se debe atender primero al mercado interno antes que exportar. Y menos al precio que se está exportando que, por lo que me cuentan, no alcanza ni para el té.
A: Efectivamente, se está exportando a precios muy bajos, pero es porque el precio del gas en el mercado internacional se desplomó en los últimos años. Cuando se firmaron los contratos de exportación el gas costaba 12 dólares y hoy cuesta 2 dólares. Y eso no depende ni del Gobierno peruano ni
de los operadores que trabajan aquí.
M: Bueno, por eso la masificación del gas es un imperativo, particularmente para el sur del país, que es donde está Camisea. Creo que incluso al productor de gas le vendría bien dejar de exportar a esos
precios y dedicarse a atender la demanda nacional que podría pagar un precio mayor. Sería un escenario “win-win”.
A: Creo que en el tema de la “masificación” hay mucho de eslogan y poco de raciocinio económico. ¿Qué es eso de “gas para los pobres”? Acuérdate que la mayor parte de los pobres no tiene artefactos que usen gas natural como cocinas, termas, aire acondicionado o calefacción. Para instalar gas natural en una vivienda, esta tiene que ser de material noble; no se puede instalar gas natural en viviendas precarias. En la eventualidad de que el *gas
natural* llegue al sur, este solo favorecerá a los sectores medios y altos de esta región, no a los pobres.
M: Lo que dices es que mejor dejemos las cosas como están… ¡típico del fundamentalismo neoliberal! Yo sí creo que el Perú debe apostar por la masificación del gas y para ello la intervención del Estado es crucial. Será necesario que este subsidie las conexiones domésticas, pues a los concesionarios de gas solo les interesa la “carnecita” del mercado, es decir, los grandes usuarios, pero no los millones de pequeños consumidores residenciales y los pequeños comercios. Con este tipo de intervención el Estado estaría sirviendo de “market-maker” y estoy seguro de que tú, mi querido Adamo, no estarás en contra de la idea de crear mercados, ¿no?
A: ¡Subsidios, subvenciones!… Todo el tiempo pensando en intervenir más en la economía. Mira, Maynardo, de seguro la llegada del gas a la zona sur del país traerá consecuencias positivas. Pero el tema es: ¿gas para el sur a cualquier costo? El inmenso y creciente subsidio para el Gasoducto Sur Peruano que ya estamos financiando todos con el incremento de nuestras tarifas eléctricas tiene que llevar a cuestionarnos si vale la pena construir un ducto tan caro.
M: La experiencia de Camisea muestra que una vez que el gas está disponible, la demanda aparece. Como reza la Ley de Say, “la oferta crea su propia demanda”. Incluso, se está hablando de crear un polo petroquímico para darle valor agregado al gas natural y crear miles de empleos.
A: “Polo petroquímico en Ilo” es otro eslogan sin fundamento económico. El gas etano hoy llega a Pisco, pero construir un ducto para obligar a la petroquímica a instalarse 1,000 km al sur para luego exportarlo al norte (EE.UU. o Asia) es absolutamente irracional. Además, con el “shale gas” en EE.UU. los precios de la petroquímica se han ido de muelas. No creo que el famoso polo petroquímico sea rentable. Pero, claro, el Estado siempre
puede invertir nuestros impuestos en hacerlo. Así como hace con Talara…
M: Tú siempre tan “pinchaglobos”…
A: Pero, además, no tengo claro que el gas para el sur deba ser la prioridad para el próximo Gobierno cuando la sierra sur carece de una adecuada cobertura de energía eléctrica y agua potable, que es mucho más importante y prioritario. En Cusco, Ayacucho, Arequipa, Moquegua y Puno vive un millón de peruanos sin acceso a electricidad y 1.5 millones sin acceso a agua potable. ¿Gastar miles de millones en llevar gas antes que estos servicios básicos tiene sentido?
M: Yo creo que hay que tratar de hacer lo más que se pueda. Llevar agua potable, electricidad y gas a todos los hogares del país. Ese debe ser nuestro sueño al bicentenario. Si no somos capaces de brindar como Estado estos servicios básicos, entonces habremos fracasado como nación. Por esto es que me parece tan positivo que los candidatos por fin se preocupen de llevar el gas a todos los peruanos y que privilegien el mercado nacional en vez de exportar gas regalado a México o Japón.
A: Parece que no nos entendemos….