(Bloomberg).- La consigna en Davos: ignore los tuits.
Los ejecutivos reunidos en Suiza con motivo del Foro Económico Mundial esta semana repiten, como un mantra tranquilizador, que Donald Trump en el fondo es un pragmático que evitará las guerras comerciales y las regulaciones que entorpezcan los negocios.
“Lo que alguien dice no siempre es lo que hará”, dijo David Cote, presidente ejecutivo de Honeywell International Inc. Y debería esperar que así sea: Honeywell es un gigante manufacturero global con muchos más empleados fuera de Estados Unidos que dentro, y ha hecho importantes apuestas a proyectos como suministrar componentes para el primer avión comercial de China.
Con las bolsas cerca de máximos históricos y con nombramientos al gabinete de figuras proempresariales como el inversionista multimillonario Wilbur Ross, se ha afianzado la convicción de que un hombre que llegó al poder como un populista antisistema podría, de hecho, dar inicio a una edad de oro para los negocios.
“Al final, si conoce los hechos, responderá en función de los hechos”, dijo Hideaki Omiya, presidente de la junta directiva de Mitsubishi Heavy Industries.
Es mucho lo que se juegan las compañías que han prosperado durante la era de la globalización, instalando fábricas donde la mano de obra es barata y utilizando proveedores que ofrecen componentes a los precios más competitivos. Trump ha criticado los acuerdos que hacen posible esas operaciones integradas, y ha calificado de “desastre” al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que ha permitido a automotrices como Ford Motor Co. desarrollar cadenas de suministro que abarcan todo el continente.
Durante su campaña, Trump criticó duramente el orden multilateral económico y político, y dijo que a China, el socio comercial más importante de EE.UU., se le había permitido “ultrajar a nuestro país”.
Las empresas no deberían preocuparse por los comentarios punzantes del presidente y deberían enfocarse, en cambio, en quiénes designó Trump para el gabinete, dijo Jamie Dimon, presidente ejecutivo de JPMorgan Chase & Co. “Creo que estas personas muy racionales serán muy cuidadosas cuando aborden la política real”.
El sector de la salud tiene una tarea más delicada que la mayoría en hacer que Trump escuche sus argumentos. Este mes, el entonces presidente electo acusó a las farmacéuticas de “salirse con la suya” con los altos precios, y se distanció de la política republicana tradicional al sugerir que el gobierno podría usar su poder de compra para controlar los costos.
Prueba de fuego.
La prueba final de si Trump implementará o no las políticas que ha anunciado podría ser el impacto sobre los consumidores estadounidenses, quienes se han acostumbrado a los productos baratos fabricadas en el exterior. EE.UU. importó en el 2015 US$ 2.2 billones en bienes y exportó US$ 1.5 billones. El país registró déficits comerciales de US$ 367,000 millones con China y US$ 61,000 millones con México, el primero y tercero de sus principales socios comerciales, respectivamente.
Sin embargo, ya hay señales de que Trump se prepara para una amplia reestructuración del comercio que vaya mucho más allá de la retórica. Creó el Consejo Nacional de Comercio para que le brinde asesoramiento y al mando nombró a Peter Navarro, profesor de la Universidad de California en Irvine y un reconocido crítico de China.