Por Stefano De Marzo
Hagamos un ejercicio de sinceridad y derribemos un mito. Es necesario dejar de lado el estereotipo del peruano “creativo” para dar paso a un nuevo modelo que privilegie la innovación. “Cuando Milton Friedman visitó el Perú quedó admirado de cómo se las ingeniaban los mecánicos locales para que autos tan viejos sigan caminando”, apunta Diego de la Torre, presidente de Perú 2021 y del Pacto Mundial de Naciones Unidas en el país. “Sin embargo, el peruano ‘creativo’ es un mito. Basta mirar los registros de patentes y cuántas investigaciones peruanas han causado impacto en el mundo recientemente”, añade.
Por su lado, Maite Vizcarra, directora del Centro de Innovación de IPAE, considera que el estereotipo más difundido es el del peruano “recursero”, el que improvisa a bajo costo pero de manera insostenible. “Lo que hay que hacer es pasar del ‘recursero’, del ‘sobreviviente’, al ‘innovador’ que encuentra la oportunidad y busca mejorar”, indica. No todo son intenciones, la importancia del balance se hace necesaria para medir el avance. “Una cosa es hacer nuevos productos y otra cosa es decir que el 30% de la facturación proviene de dichos productos”, anota el rector de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), Gonzalo Galdós. “Muéstrame el valor de tus innovaciones: ¿cuál es el ciclo del desarrollo de un nuevo producto?, ¿cuáles son los nuevos mercados?, ¿qué nuevos procesos has incorporado para reducir los costos? Hay formas más tangibles de medir la innovación que quedarse en la declaración romántica ‘soy innovador’”, continua Galdós.
Innovar por definición
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la innovación de la siguiente manera: creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado. No obstante, hoy el concepto se amplía y se le considera un factor clave en el desarrollo de un país. “La innovación se ha convertido en la única fuente sostenible de ventajas competitivas. No solo porque garantiza un incremento de los factores claves para el cliente, sino porque asegura la capacidad de sorprenderlos y exceder sus expectativas frecuentemente”, añade Galdós, ensayando una explicación que revela lo crucial de la idea. “Innovar es mejorar un proceso, producto, servicio de manera que le genere valor a alguien, algo tan simple como ‘ponerle ruedas a una maleta’”, añade Vizcarra y recalca la simpleza inherente a la actividad. “A veces, innovar no precisa de tanta complejidad, sino de curiosidad, aguda observación, deseos de experimentar y sentido común”, anota de la Torre, convencido de la importancia de promover este tema.
¿Cómo logramos que el Perú sea un país que impulse una cultura de la innovación? Si se observa los listados internacionales sobre el tema, encontramos que el país no se encuentra en una posición, digamos, privilegiada. Por un lado, estamos en el puesto 122 de 144 países dentro del indicador de innovación (entre otros indicadores) que el Foro Económico Mundial toma en cuenta para calificar a los países en más o menos competitivos. Asimismo, está el “Índice Mundial de Innovación” (Global Innovation Index), que realiza el INSEAD, la Universidad Cornell y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). Este listado busca reflejar los resultados en la materia de más de 140 países y economías del mundo. Perú se encuentra en la posición 69, rezagado en América Latina con respecto a Costa Rica (39) –que lidera el ranking en la región-, Chile (46), Barbados (47), Colombia (60) y México(63).
“Lo que nos falta es un poco más de confianza. La tasa de mortalidad de las ideas es muy alta”, asegura Galdós, de la UPC. “Para que haya calidad en las mismas, tiene que haber cantidad y esto solo puede ocurrir cuando le damos confianza a las personas para que pongan sus ideas sobre la mesa sin temor a que sean rechazadas o ridiculizadas. El peruano tiene la tendencia a descalificar de manera prematura las ideas. Un innovador es exitoso cuando se atreve a equivocarse”, añade.
“No es suficiente con que digamos que somos ‘súper emprendedores’”, reitera Maite Vizcarra. “Emprender por emprender, sin una propuesta de valor que nos permita distinguirnos o, mejor aún, que esté basada en conocimiento y tecnología, es una trampa. El Perú es ‘champion’ de emprendimiento, pero de sobrevivencia. La única manera en que un emprendimiento deja de ser sobrevivencia, es la innovación”, concluye la directora del Centro de Innovación de IPAE.
Diego de la Torre realiza una interesante lectura de cómo fomentar una mayor cultura innovadora en el país. “Debemos lograr que un científico, un matemático, un biólogo y/o empresario sea igualmente famoso y reputado que un futbolista, una vedette o un cocinero. Para eso necesitamos mejor educación y una campaña nacional donde el estudio, la ciencia y la innovación sean opciones atractivas y reconocidas socialmente”, refiere.
Resulta evidente señalar que la educación juega un rol fundamental en todo esto. No se va a poder subir la escalera de la innovación sin antes pasar por este peldaño. “Se necesita una gran reforma educativa. Tener como benchmark a países como Suiza, Finlandia, Suecia, España y Alemania”, afirma de la Torre. “Para lograrlo, no hay otra forma que la de invertir en educación pública y en educación privada de calidad tanto en los colegios como en las empresas”. Si se tienen en cuenta que aún somos un país que no considera el asunto como algo prioritario, se hace necesario plantear nuevas salidas. “No hay que asumir la innovación como una ‘moda’, sino como un proceso constante e interactivo”, añade Vizcarra. “Premiar la innovación es también una manera de incentivar la práctica de la misma en países no tan entusiastas por ella, como el nuestro. Las marcas de reconocimiento y los distintivos son parte de esos incentivos”, asegura.
Objetivos al 2021
El bicentenario del país ya no se vislumbra tan lejano y es una buena oportunidad para plantear ciertos objetivos. La fecha simbólica servirá para hacer el balance de las propuestas que empiecen a desarrollarse en el presente.
El rector de la UPC reafirma su compromiso con el futuro. “En medio de un esfuerzo nacional por incrementar la investigación, la innovación y la generación de patentes, cabría preguntarse si nuestros esfuerzos deben enfocarse en descubrir nuevos inventos o desarrollar aplicaciones”, se interroga Galdós sobre la ruta a tomar. “Lo indispensable es participar en el desarrollo de aplicaciones para generar valor y bienestar. Recordemos que no toda investigación es una innovación pero toda innovación implica una investigación”, señala.
Maite Vizcarra plantea que la “cultura de la innovación” debe llegar a todos y no sólo a unos pocos. Además, anota algunas propuestas clave. “Crear incentivos para incentivar la inversión en innovación y en particular en capacidades para innovar (las ayudas tributarias, bien definidas, son favorables)”, afirma la directora del Centro de Innovación de IPAE. Asimismo, “desarrollar herramientas que faciliten la explotación comercial de intangibles que no sean sólo patentes e impulsar la innovación desde temprano, desde las escuelas, al mejor estilo de Finlandia”, añade.
Diego de la Torre es un poco más ambicioso y plantea algunos ejes a tener en cuenta con miras al bicentenario. “En concreto, ocupar el primer lugar en Latinoamérica en número de patentes registradas. Luego, que nuestra inversión en investigación y desarrollo sea por lo menos cinco por ciento de nuestro PBI”, señala el presidente del Pacto Mundial de Naciones Unidas en el Perú. Asimismo, “que toda empresa peruana brinde un espacio estructural a este tema y que esté dentro de su estrategia, cultura y sistemas. Un premio Nobel en Economía y otro en biotecnología no nos caería mal, así como el descubrimiento, por parte de un peruano o peruana, de una alternativa energética limpia con factibilidad económica y logística”, añade, dejando claro que este es el momento de pensar en grande. Recetas para innovar hay muchas, pero pocos son los esfuerzos aún para concretarlas. Nos esperan años de mucho trabajo.