Haydn Shaughnessy, colaborador de Forbes , pasó los últimos tres meses recogiendo impresiones sobre la crisis del euro en España, Francia, Alemania, Irlanda y Reino Unido. Si bien es una muestra al azar, estos países constituyen la mitad de los votantes de Europa.
Según las conclusiones que incluyó en su artículo, una de las perspectivas con la que se interpreta la crisis del euro es un problema de liderazgo. “En realidad, se trata de una crisis de democracia, y el hecho de no discutir sobre eso es la mejor evidencia de que la hemos etiquetado como una crisis ‘más compleja’”, explicó el autor.
Los jóvenes creen que la única manera de solucionar el problema europeo es un nuevo y benevolente dictador que pueda tomar decisiones. Aquellos que pertenecen a la generación de los baby-boomers creen que las instituciones europeas han generado un sentimiento de desagrado hacia Europa como todo, no solo hacia la moneda. Finalmente, está la percepción de que este caos no se trata solamente del euro ya que se ve a Europa como un tejido hecho de retazos que no tienen nada en común.
¿Separación?
En una reciente entrevista para The Telegraph , el ministro de Relaciones Exteriores de Finlandia, Erkki Tuomioja, anunció que su país se está preparando para separarse de la Eurozona.
“No existen reglas sobre cómo abandonar el euro, pero es solo una cuestión de tiempo. Ya sea en el norte o el sur, uno de ellos se separará porque esta chaqueta de fuerza cambiaria causa miseria para millones y está destruyendo el futuro de Europa”, dijo Tuomioja.
Shaughnessy le da algo de razón, a pesar de que el ministro de Asuntos Europeos desmintió Tuomioja. El autor afirmó que los españoles se preguntan qué tienen en común con los suizos. Quienes viven en países que han mantenido tradiciones democráticas por siglos cuestionan qué relación tienen con Estados excomunistas, lo cual termina poniendo en duda a la misma Unión Europea.
Sin vigilancia
En apariencia, el Parlamento Europeo debería estar sometido al escrutinio de los votantes, pero la realidad es completamente opuesta. “En todo Europa, raramente la prensa cubre lo que el Parlamento Europeo hace. No es un punto focal para las aspiraciones de la gente ni una institución sobre la cual la gente reclama cuando las cosas salen mal”, señaló Shaughnessy.
Gremio de intelectuales
De hecho, muchos intelectuales europeos a favor de la Unión Europea instintivamente, pero no han demostrado tener una comprensión sobre cómo el proyecto del euro podría convertirse –si es que no la he hecho ya– en una posición de extremistas. Lo curioso es que ven en las instituciones europeas un “bastión de defensa ante los extremistas del pasado”.