Cinco riesgos económicos que provocaría la crisis de Ucrania

La semana comenzó con un descenso en las principales plazas bursátiles del mundo por la crisis que involucra a Ucrania y su conflicto con Rusia, sin embargo eso puede ser el inicio de otras consecuencias económicas que podrían arrastrar a muchos otros países.

Las posibles consecuencias económicas que traerá el conflicto entre Ucrania y Rusia es lo que está concentrando la atención de analistas, autoridades e inversionistas, ya que puede generar una sombra de incertidumbre de mayor escala. Daremos un repaso a estas consecuencias:

La quiebra de Ucrania. Con este conflicto, Ucrania corre un serio riesgo de suspender pagos y, según el informe que publicó recientemente Standard & Poor’s, la única manera de que no ocurra este año es que Moscú envíe a Kiev la suma de 11,000 millones de euros. Los capitales extranjeros están acelerando su fuga de Ucrania, los ahorristas retiran todo el efectivo que pueden de sus bancos y Rusia amenazó con subir el precio del gas que vende al gobierno ucraniano.

Ante esta posibilidad, Estados Unidos, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) deberían acordar un plan de apoyo financiero para que los fondos llegasen a tiempo de impedir la quiebra soberana de Ucrania, lo que podría producirse en abril.

Gas y maíz. Este conflicto provocaría el aumento del precio del gas ruso que pagan los países europeos y que abastece a hogares e industrias europeas, de las cuales dependen millones de puestos de trabajo y la competitividad de las exportaciones. Hay que tener en cuenta que el gasoducto Naftogaz proviene de Rusia y atraviesa Ucrania, Eslovaquia y República Checa hasta desembocar en Alemania (Waidhaus) e Italia (Tarvisio), dicho gasoducto representa el 50% del suministro que recibe Europa de Rusia.

A esto se suma que Ucrania exporta el 19% de la oferta total de maíz del mundo y los agricultores ucranianos lo envían a los mercados mundiales mediante los puertos de Odessa, Illichevsk y Yuzhne.

Desplome y contagio. Una consecuencia financiera de consideración sería la caída de Rusia en la recesión este mismo año y su onda expansiva sobre los emergentes europeos que dependen en buena medida de su economía (esencialmente, Lituania, Estonia y Letonia). Según expertos internacionales, las probabilidades de esa recesión son 33%.

Los problemas de Rusia afectarían no sólo a los emergentes europeos, sino también a sus acreedores (los bancos italianos y franceses les han prestado en total 300.000 millones de euros) e incluso a Alemania por la subida del precio del gas.

Peligro para los emergentes. Si Rusia agrava sus problemas, es fácil imaginar un agravamiento en la llamada crisis de los emergentes que ya no afectaría sólo a la rama europea de esta disparatada y diversa familia de países, sino que cobraría unas dimensiones globales afectando a países como Turquía, India, Sudáfrica, Indonesia y Brasil.

Pura incertidumbre. El último impacto económico es casi imposible de calcular, porque tiene que ver con la incertidumbre política y las graves dudas que han empezado a inundar los mercados, teniendo en cuenta la pasividad del G-8 sobre el tema justo cuando se tiene una recuperación y la posibilidad de que Rusia imponga restricciones a su comercio como respuesta a unas eventuales sanciones por parte de Europa y Estados Unidos.

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