La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), revisó a la baja la proyección del crecimiento de la actividad económica del Perú de 3.6%, previsto en julio, a 2.7%, mientras que para el próximo año se espera alcanzar un nivel de 3.4%.
Mientras que para la región también redujo sus proyecciones para el 2015 de 0.5% a -0.3%, y estima que para 2016 se retomaría la senda del crecimiento, aunque será cercano a 0,7%.
A nivel de Sudamérica, el país que liderará el crecimiento en el 2015 será Bolivia con una proyección de 4.4%, seguido de Paraguay con 3.3% y Colombia con 2.9%, luego aparece el Perú con su 2.7%.
Mientras que Brasil tendría una contracción de -2.8%, y Venezuela tendría el mayor descenso con -6.7%.
Entre los principales factores detrás de la baja de crecimiento para la región están la debilidad de la demanda interna; un entorno global caracterizado por el bajo crecimiento del mundo desarrollado; una importante desaceleración en las economías emergentes, en particular China; el fortalecimiento del dólar y una creciente volatilidad en los mercados financieros; y una importante caída de los precios de los bienes primarios.
Indicó que pese a que la tendencia regional es a la desaceleración, las economías de la región mostrarán dinámicas diferenciadas.
Las proyecciones del crecimiento apuntan a que las economías de América del Sur, especializadas en la producción de bienes primarios, en especial, petróleo y minerales, y con creciente grado de integración comercial con China, registrarán la mayor desaceleración.
Se espera que experimenten contracciones de -1.3% en 2015 y de -0.1% en 2016.
Mientras que aquellas economías con mayor vinculación a la economía de Estados Unidos logran sostener su ritmo de crecimiento: México y Centroamérica crecerían 2.6% en 2015 y 2.9% en 2016, mientras que las economías del Caribe podrían crecer en torno a 1.6% en 2015 y 1.8% en 2016.
Advirtió que para enfrentar la desaceleración de la actividad económica resulta imperativo revertir la caída de la tasa de inversión y la menor contribución de la formación bruta de capital al crecimiento ya que no solo afecta el ciclo económico, sino también la capacidad y calidad del crecimiento de mediano y largo plazo.
“Dinamizar la inversión constituye una tarea fundamental para cambiar la actual fase de desaceleración y para alcanzar una senda de crecimiento sostenido y sustentable en el largo plazo”, concluyó el organismo.