(Reuters).- En su tesis doctoral en la Johns Hopkins University, Luis Castilla argumentó que era contraproducente cambiar de ministro de Economía con demasiada frecuencia.
Y más de una década después, intenta demostrarlo en carne propia al convertirse en el ministro de esa cartera más duradero en los últimos tres gobiernos en Perú.
¿Su secreto? Castilla es fuerte donde el presidente Ollanta Humala flaquea, una figura clave en momentos en que Perú intenta retomar su explosivo ritmo de crecimiento de la última década.
Los inversores lo ven como un interlocutor que habla su mismo idioma, un hombre que sabe negociar y sirve de contrapeso al carácter a veces impulsivo de Humala, criticado por su escasa capacidad de articulación.
“Es muy claro en sus ideas”, dijo a Reuters el director financiero de la minera Buenaventura, Carlos Gálvez. “Se maneja con toda transparencia”.
El economista de 45 años formado en Canadá y Estados Unidos ha sobrevivido a las cuatro purgas de gabinete desde que Humala llegó al poder hace casi tres años.
Es considerado el tercer hombre más influyente de Perú, detrás sólo del presidente y su esposa Nadine Heredia.
Su ascenso fue meteórico. Y sorprendente para quien fuera un tímido funcionario de Hacienda que casi no levantaba la mirada y rara vez hablaba con la prensa.
En pocos años, Castilla amasó una autoridad para algunos desmedida. En febrero ganó una pulseada con el entonces jefe de gabinete, César Villanueva, que renunció luego de que Castilla lo desmintió en televisión.
Y en abril rompió el protocolo al criticar en público la actuación del Banco Central, liderado por el respetado Julio Velarde, por algunos aspectos de su política cambiaria.
Buena sintonía
En el 2011, Castilla era un desconocido viceministro de Hacienda del presidente liberal Alan García cuando lo enviaron a explicarle a Humala, recién electo, el estado en que recibiría la economía del país minero.
El clic fue inmediato. Castilla, viudo y padre de dos hijas, se convirtió en una especie de profesor particular de economía para el presidente y su esposa Nadine.
Muchos aliados de izquierda quedaron perplejos cuando Humala prefirió a Castilla como ministro de Hacienda sobre los asesores económicos que le habían acompañado durante la campaña. Para ese sector, la decisión ilustra cómo el presidente sacrificó algunas de sus promesas electorales para asumir una línea pragmática.
Algunas decisiones de Castilla causaron escozor. Reflejando la opinión de esa ala izquierda que fue eventualmente desplazada del gobierno, Salomón Lerner, un empresario que fue el primer jefe de gabinete de Humala, criticó al ministro de Economía por limitar fondos destinados a programas sociales para mantener ordenadas las finanzas en el tercer productor mundial de cobre.
“No entendemos por qué el Gobierno no le pone un freno al ministro de Economía”, se quejó Lerner según un diario local, “porque no está dejando que las promesas se cumplan”.
Faro de estabilidad
En su defensa, Castilla dice que su deber es resguardar la caja fiscal y los indicadores macroeconómicos que dieron a Perú el grado de inversión de calificadoras como Standard & Poor’s y Fitch.
“Es como el faro de la estabilidad y la ortodoxia dentro del Gobierno”, dijo a Reuters Alberto Ramos, principal economista de Goldman Sachs para América Latina.
Para los inversores preocupados por la engorrosa burocracia de Perú, Castilla es una garantía de que la ambiciosa agenda de reformas de Humala, especialmente la formalización del mercado laboral y mejoras en la educación, saldrá algún día del papel.
El rol del ex funcionario del Banco Mundial y la Corporación Andina de Fomento también sería clave para acelerar la concesión de obras de infraestructura para empujar la economía, que debe crecer al menos un 5,5 por ciento en el 2014 o la mitad que hace unos años.
Castilla asegura que la economía de Perú volverá a acelerarse, compensando un menor apetito chino por sus metales con un enorme plan de concesiones de obras de infraestructura por unos 12.000 millones de dólares.
Sin embargo, no siempre transmitió esa confianza. Al asumir el cargo reconocía que “prendía velitas” para que la economía de China no se frenara.
Operador político
Castilla, que declinó ser entrevistado por Reuters para este reportaje, no ha dado señales sobre su futuro político en la era post Humala.
Quienes lo conocen dicen que su proximidad con el poder lo convirtió en un hábil operador político que, en las palabras del ex presidente de la Comisión de Economía del Parlamento, Luis Galarreta, “mueve toda su artillería” para conseguir lo que se propone.
“Arriba de Castilla no hay nadie”, dijo a Reuters el legislador opositor, “solamente Humala y Nadine”.
Y la disputa con el ex primer ministro en febrero refuerza esa visión.
Al renunciar y marcharse, Villanueva denunció la injerencia de la primera dama en los asuntos de Estado, alimentando las sospechas de que algunos ministros despachan directamente con ella a espaldas del premier.
Castilla acumuló tanto poder que muchos en Perú se preguntan qué consecuencias tendría su eventual salida del Gobierno. Pero varios empresarios de peso consultados por Reuters para este reportaje dijeron estar tranquilos.
“El presidente y la señora (Heredia) se han comprado el modelo económico”, dijo Ismael Benavides, un banquero que lo antecedió como ministro de Economía. “Por esa parte, la línea está asegurada”.
Y mientras continúa batiendo récords de supervivencia en un Gobierno donde otros ministros duran apenas unos meses, Castilla bromeó recientemente: “A mí me han matado muchas veces”.