Los resultados de la pobreza monetaria en el Perú al cierre del 2012, publicados recientemente por el INEI, muestran que si bien hay una reducción sostenida de la pobreza, la diferencia entre el sector rural y urbano en este aspecto sigue siendo abismal, según un análisis de Carlos Eduardo Aramburú, antropólogo y catedrático de la PUCP.
“La pobreza rural está por encima del 53% y la urbana está por debajo del 18%. Esto llama la atención: si bien hemos bajado tanto en la pobreza urbana como en la rural, la brecha se ha mantenido. La pobreza rural es prácticamente tres veces más grande que la urbana: es un indicador de la desigualdad”, detalló.
Revisando los resultados del 2011, la pobreza urbana se situó en 18%. Frente a la rural, que se ubicó en 56%, la diferencia se mantuvo igual este año, como lo indica Aramburú. Por otro lado, la única brecha que el INEI mide es la proporción de gasto que le falta a una persona para cubrir la canasta básica de consumo (7% en el 2012).
Pero los datos del INEI también muestran señales de pequeños avances. “El gasto en el 20% más pobre creció en el último año un 8%. En el 20% más rico creció solo 1.6%. Eso es una buena noticia. Si esta tendencia se mantiene, la desigualdad va a empezar a disminuir”, agregó.
Pasos gigantes
En el cuadro de evolución de la pobreza monetaria por departamento, el INEI muestra que los más sobresalientes son Huánuco, Cusco, Loreto, Lambayeque y Huancavelica, que logrado reducir este flagelo a tasas por encima de los 5 puntos porcentuales.
Esto da un panorama interesante que necesitaría más estudios, sugirió Aramburú, puesto que estas provincias tienen economías muy heterogéneas. Para el caso de Loreto, por ejemplo, el catedrático estima que uno de los factores que contribuyeron a reducir la pobreza son las actividades extractivas informales.
Educación y productividad
La correlación entre los pobres extremos y la falta de educación secundaria también da señales de advertencia, anotó Aramburú. El 67% de los pobres extremos solo tiene primaria o ninguna educación y un 2.8% accede a la educación superior. “La educación primaria ya no hace ninguna diferencia”, apuntó el antropólogo.
Además, gran parte de la población peruana pobre, aquella que logra cubrir apenas la canasta básica de consumo, trabaja en pymes. “Es fundamental es una política de apoyo a la pequeña empresa: crédito, capacitación técnica y mejora de la productividad”, recomendó el especialista.
En este último punto, el de la productividad, Aramburú hizo un énfasis especial: “tal vez el reto más grande para el país será mejorar la diferencia en la productividad”. Y para esto no basta la política social. “Sí cuenta la educación, pero si no tienes carretera, electricidad, banda ancha, acceso a crédito y tecnología, tu capacidad productiva se ve limitada”, finalizó.