Marina Silva llegó a romper los esquemas de la carrera presidencial de Brasil y en su programa de gobierno propone un acercamiento del Mercado Común del Sur (Mercosur) a la Alianza del Pacífico que integran Perú, Chile, Colombia y México.
La candidata de última hora del Partido Socialista de Brasil (PSB), tras la muerte de su compañero Eduardo Campos, figura en las encuestas como la ganadora en la segunda vuelta contra la candidata y actual presidenta Dilma Rousseff y su programa de gobierno enfatiza la apuesta por la apertura comercial, lo que marca un cambio de marcha en la política exterior de la mayor potencia de la región.
En un libro de 250 páginas y seis módulos, la candidata afirma que abogará por una flexibilización en las reglas del Mercosur (compuesto también por Argentina, Paraguay, Uruguay y Venezuela) para poder realizar acuerdos bilaterales con otros países en caso de que el resto de los socios del bloque esté en desacuerdo.
“Tenemos el principio de la integración, pero esto no nos impide que podamos encontrar medios para tener celeridad para acuerdos bilaterales”, aseguró Silva, quien lanzó su programa junto al economista Eduardo Giannetti da Fonseca y a Neca Setúbal, su asesora en temas educacionales y heredera del Banco Itaú.
La candidata citó como ejemplo la negociación en curso de un tratado de libre comercio con la Unión Europea, que ha estado estancado por largo tiempo. “En la negociación hay dificultades, como el caso de Argentina, pero eso no debería impedir que Brasil siguiera. Es una cuestión de defender los intereses del país sin perjudicar al resto”, argumentó.
Silva defendió la “negociación a dos velocidades” y dijo que su programa no afectará al Tratado de Asunción de 1991, el pacto fundacional de Mercosur.
Asimismo, le hace un guiño a Estados Unidos, pidiendo una “agenda positiva”. “Hay que relanzar el dinamismo en el comercio con EE.UU. y la Unión Europea y fundar nuevos estándares comerciales con Chile”, aseguró.
Autonomía del banco central
Silva también enfatizó la importancia de la autonomía del banco central de Brasil y se comprometió a que el presidente de la institución tenga un período fijo tan pronto como sea posible, para que la entidad tenga independencia para adoptar medidas que son necesarias para controlar la inflación.
En su programa, Silva hizo eco de las demandas de los inversionistas y prometió una menor intervención estatal en el mercado de divisas, cuentas públicas más transparentes y un compromiso claro con la meta de inflación de 4,5%, para que el país “recupere credibilidad”.
“Seremos transparentes. No usaremos métodos creativos para que las cuentas se vean bien”, dijo haciendo referencia a la práctica por parte del gobierno de Rousseff de usar una contabilidad alternativa para intentar cumplir la meta anual de ahorro fiscal.