(Bloomberg) Cuando Donald Trump dice que casi cuatro de cada diez jóvenes negros estadounidenses viven en la pobreza, técnicamente tiene razón.
Según la medición oficial de pobreza de Estados Unidos, el 36% de los afroamericanos menores de 18 años cayeron debajo de la línea de pobreza en 2014. El problema con ese dato es que la línea oficial de pobreza es una medición imperfecta. No considera beneficios como vales para alimentación y créditos impositivos, por lo cual, a diferencia de la medición adicional de pobreza más reciente, no puede dar cuenta del hecho de que los ingresos percibidos y los reintegros impositivos por tener hijos bajan la tasa de pobreza en 3,1 puntos porcentuales y que los vales para alimentación (conocidos formalmente como beneficios del Programa Suplementario de Asistencia a la Nutrición) la reducen en 1.5 puntos porcentuales.
“Lo que hacemos para combatir la pobreza sí ayuda a reducir la pobreza”, dijo Gregory Acs, director del Income and Benefits Policy Center del Urban Institute, que recientemente publicó un análisis sobre la pobreza en Estados Unidos. “Simplemente no la estamos midiendo bien”.
Si bien ninguna medición empírica puede ilustrar realmente la realidad cotidiana de ser pobre, el menor número de niños pobres registrado en la medición adicional de la pobreza es, por supuesto, una buena noticia. Sin embargo, esta contabilización más precisa tiene su lado oscuro: al incluirse los costos de atención médica que salen de su bolsillo, más ancianos estadounidenses quedan clasificados como pobres.
Según datos del censo de 2014, el 10% de los mayores de 65 quedaron debajo de la medición oficial de la pobreza. La cifra se elevó a 14.4% con la medición suplementaria. Un motivo importante para esto es que los ancianos son más propensos a usar servicios costosos, como pasar la noche en un hospital o un establecimiento con enfermeros capacitados.
La medición oficial de la pobreza se basa en una fórmula de 1963, que define la línea de pobreza como el equivalente en dólares al triple del costo de alimentar una familia de cuatro miembros con base en la Encuesta de Consumo de Hogares de 1955, una fórmula ajustada por inflación todos los años. Esta se sigue usando porque está vinculada a varios flujos de financiamiento público, como la asistencia en el costo de los seguros y créditos impositivos, y porque es uniforme en todo el país, explicó Acs. Sigue siendo así a pesar de que la línea de pobreza de la medición adicional se muestra de 0,5 a 1 punto porcentual por encima de la medición oficial de manera constante.
Analizando todos los grupos etarios, la línea oficial de pobreza actual para una familia de cuatro miembros es de cerca de US$ 24,000. Según datos del censo, el 14.9% de los estadounidenses estaba debajo de ese nivel, en comparación al 15.3% según la medición suplementaria. Esta última, que agrupa a los individuos según la vivienda, detectó una línea de pobreza de US$25.844 para propietarios con una hipoteca, US$ 21,380 para aquellos sin una y US$25.460 para los que alquilan.
Independientemente de la medición, el análisis de Acs muestra lo mucho que le falta al país. Con un programa interactivo que analiza las tasas históricas para los diferentes grupos etarios, Acs concluye que si la misma tasa de pobreza que había entre 2000 y 2010 rigiera hoy, se consideraría pobres a 11 millones de personas menos.