Se prevé que el Bono Demográfico para el Perú se extienda hasta el año 2038, según el último reporte de Economía y Desarrollo presentado ayer por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF). Argentina correría la misma suerte en la región. ¿Qué implica esto?
Para empezar, se denomina bono demográfico al fenómeno de la población por el cual la proporción de jóvenes menores de 20 y mayores de 65 años (“dependientes”) es menor en relación con la población en edad de trabajar (“activas”).
Mientras la población activa (que sostiene a la dependiente) es más amplia, pero también es más productiva y cuenta con mayor capital humano, la “carga” que soportarán será menor.
“Una población joven y con bajas tasas de dependencia crea oportunidades de desarrollo sustanciales”, dice el informe de la CAF.
Para el promedio de la región, el fin del bono demográfico llegará en poco más de 10 años (año 2027), y algunos países ya están mucho más cerca de ese límite, como Chile (2018), Trinidad y Tobago (2012) y Cuba (2014).
Empleo: ¿pero de qué corte?
Sin embargo, los problemas de inserción laboral para esta población activa comienzan temprano. La tasa de participación laboral (o la proporción de personas que está trabajando o buscando activamente un empleo) comienza a crecer desde alrededor de 23% a la edad de 16 años. Esta se estabiliza en alrededor de 80% entre los 27 y 28 años de edad.
En promedio, el 68% de personas entre 16 y 35 años de edad se han incorporado al mercado de trabajo y el 62% ya tiene un empleo, aunque también existe un 6% de trabajadores que está desocupada.
Por el lado de la calidad del empleo, dentro del 62% de personas con un empleo, sólo un 19% son asalariados formales, el resto se conforma con alrededor del 24% de asalariados informales y un 19% de trabajadores por cuenta propia y familiares no remunerados.
El grupo de jóvenes más favorecidos con empleos de mejor calidad es el de entre 22 y 24 años, que se inserta en el mercado de trabajo tras haber pasado por una institución de nivel superior. Aún para ellos, los niveles de informalidad alcanzan al 30% y al 21% de los asalariados.
Acumulación de habilidades
Sin embargo, la transición de la academia hacia el mercado laboral compromete el desarrollo futuro del trabajador que recién empieza. Esta transición es aún más difícil entre los jóvenes con menor nivel educativo.
“Estas condiciones merman el aprendizaje que pueden tener las personas en su fase laboral y señalan un conjunto de políticas encaminadas a generar empleos (y emparejamientos) de calidad”, señala la CAF en su informe.
La duración media de los emparejamientos (o la concordancia entre las habilidades de un trabajador contra los requerimientos de los puestos de trabajo) redunda en una menor acumulación de habilidades de un trabajador.
En Perú, la proporción de trabajadores bien emparejados en el Perú en términos de habilidad numérica y de comprensión lectora es 15 y 5 puntos porcentuales más baja que la fracción de trabajadores bien emparejados en Alemania, respectivamente.
Entre un 53% y un 78% de los jóvenes, dependiendo su nivel educativo, consiguieron empleo inmediatamente al finalizar o abandonar sus estudios. Los desempleados eran entre 5% y 7%, mientras que el resto permaneció fuera de la fuerza laboral, según datos de la Encuesta de Transición de la Escuela al Trabajo del Perú (SWTS, por sus siglas en inglés).
“Las características del primer empleo están asociadas con la trayectoria laboral futura y, por lo tanto, con la dinámica de acumulación de habilidades a lo largo de la etapa laboral del trabajador”, señala la CAF.
Para la acumulación de habilidades, existen tres canales: el aprendizaje por la práctica, aprendizaje entre pares y, por último, la participación en capacitaciones. El análisis de la CAF señala cuatro factores para el funcionamiento de estos canales: características del individuo, el tipo de empresa, de empleo y el emparejamiento.
Ante ello, existen opciones de política pública. La más común es la inversión fiscal en programas de empleo.
En Perú, funcionan siete programas de mercado laboral, cuyos nombres son Jóvenes a la Obra, Projoven, Vamos Perú, Jóvenes Productivos, Trabaja Perú, Impulsa Perú y Start Up Perú. En América Latina y el Caribe funcionan un total de 70 programas.
Otras opciones son los seguros de desempleo, como señaló Pablo Sanguinetti, director corporativo de Análisis Económico y Conocimiento para el Desarrollo de la CAF, para evitar la aceptación de un trabajo donde la calidad del emparejamiento sea baja.
Antes de ello, las políticas de pasantías, que permiten compartir los costos del entrenamiento y además favorecen la inserción laboral de los más jóvenes; los programas de entrenamiento, especialmente para desempleados y trabajadores informales.
También están los programas de certificación (para reducir la incidencia de mal emparejamiento) y los programas de asesoría vocacional.
“La relación entre estas fases previas el ciclo de vida (familia, escuela) y la fase laboral es de doble sentido, dado el rol del mercado de trabajo para señalizar las habilidades que importan y orientar las decisiones de los agentes en esas fases previas. Aquí nuevamente se identifican espacios de intervención para las políticas públicas”, señala la CAF.