El Banco Central Europeo siguió sin usar la semana pasada su programa de bonos gubernamentales mientras da los toques finales a un nuevo esquema de compra de deuda que fijará estrictas condiciones a sus intervenciones, impulsando las reformas y los ajustes por parte de los gobiernos muy endeudados.
El presidente del BCE, Mario Draghi , faltó a un encuentro anual de banqueros centrales en Estados Unidos el fin de semana y, si bien el lunes cumple 65 años, tendrá poco tiempo para celebrar mientras intenta cerrar un acuerdo antes de la reunión del Consejo de Gobierno del BCE el jueves.
Incertidumbre
Los funcionarios del BCE aún no se ponen de acuerdo sobre los planes para reiniciar las compras de bonos en combinación con los fondos de rescate europeos a fin de restar presión sobre los costos de financiamiento de Italia y España si esos países acuerdan de antemano unos duros programas de reforma.
El presidente del Bundesbank alemán, Jens Weidmann, teme que el nuevo programa rompa el tabú del BCE, de financiar directamente a los Estados miembros.
Un diario reportó la semana pasada que el funcionario estaba tan frustrado con la situación que consideró renunciar varias veces en semanas recientes, pero el gobierno alemán lo convenció para que no lo hiciera.
Weidmann se abstuvo de comentar ese reporte.
Su antecesor Axel Weber y su compatriota Juergen Stark, economista jefe del BCE en su momento, renunciaron el año pasado por el actual Programa de Mercados de Valores (PMV) del BCE.
El BCE duda cada vez más sobre la efectividad del PMV, reconociendo que las compras reducen el incentivo para que los países apliquen reformas, lo que explica el motivo por el cual quiere vincular intervenciones futuras del mercado de bonos a condiciones estrictas.
No ha usado el PMV en seis meses y como no hay vencimientos de títulos anteriores, la suma total que ha gastado el BCE desde que inició el programa en mayo de 2010 ahora se ubica en 209.000 millones de euros.