Chile: Nuevo Gobierno y reforma tributaria
Jorge Selaive, Economista Jefe de Chile de BBVA Research
Chile tendrá un nuevo Gobierno a partir de marzo de 2014. Michelle Bachelet no alcanza mayoría absoluta en primera vuelta, pero la composición del voto deja el camino abierto para que logre la presidencia sin dificultad el próximo 15 de diciembre. Se renovaron senadores (20 de 38) y la totalidad de los diputados (120).
La coalición de Bachelet (Nueva Mayoría) aumenta su participación en ambas cámaras, pero de manera acotada, sin carta abierta en términos de quorums legislativos para emprender todas las reformas, particularmente las constitucionales comprometidas en su programa.
La intención del futuro Gobierno de Michelle Bachelet es realizar una reforma tributaria que aumente la recaudación en un 3% del PIB, del cual el 1% es para lograr convergencia a balance estructural, y el resto para gasto social. No es una “reformita”, sino cambios importantes al sistema impositivo chileno, particularmente a nivel corporativo. Dentro de los ajustes que generarían mayor recaudación, se plantea incrementar el impuesto a las corporaciones desde el actual 20% a 25% (cercano al promedio OECD de 26%), pero lo más importante es que pasaría desde una base impositiva percibida a una devengada, eliminando el beneficio del Fondo de Utilidades Tributables (FUT).
Haciendo un poco de historia, debemos remontarnos a 1984 cuando se realizó una relevante reforma tributaria que deseaba estimular la inversión post crisis de la deuda, y en una economía que se encontraba escasa de capitales externos y apetito por invertir. En ese momento, se aprobó que las utilidades (beneficios) quedarían gravadas con el impuesto de primera categoría, es decir, el actual 20% (10% en ese momento).
Las utilidades retenidas se acumularían en el FUT, sin pagar el impuesto personal (global complementario), cuya tasa máxima marginal es hoy de 40%. Se capitalizaron las empresas, se crearon nuevas empresas con las utilidades retenidas, y se consolidó un incremento significativo en los niveles de inversión que explica parte del crecimiento que experimentó la economía en años posteriores.
La propuesta de Michelle Bachelet es eliminar el beneficio a la reinversión de utilidades, permitiendo ampliar la base impositiva. Existe un impacto en términos de inversión que parece indudable dado que se elimina un incentivo. Sin embargo, existen mitigantes no despreciables. Por un lado, se rebajaría la tasa marginal máxima del impuesto a las personas y se permitiría la depreciación instantánea de los activos.
Por otro lado, debemos reconocer que las condiciones de escasez de capital de los 80 no están presentes hoy día. El interés y apetito de capitales tanto extranjeros como locales por invertir en Chile son indudables. Más aún, debemos detenernos en cuál es el objetivo de la mayor recaudación, crucial para realizar un juicio asertivo del costo neto de la reforma.
La mayor parte del 3% de recaudación sobre PIB se utilizará para financiar mejor y más educación a nivel escolar y universitario. Esta es una iniciativa rentable en el medio y largo plazo si se ejecuta adecuadamente. Es valioso que países en desarrollo estén apostando por tener educación que forme talentos ¿Cuántos países reconocen su deficiencia en capital humano y realizan esfuerzos gubernamentales que solo verán su rentabilidad después de varios gobiernos?
El capital humano es la base del crecimiento estructural de largo plazo, la piedra angular para atraer capitales, flexibilizar el mercado laboral, apoyar la creación de un centro financiero regional, entre otras aspiraciones de una economía que se autocalifique como caminando al desarrollo. De ser exitoso, este paso nuevamente colocaría a Chile entre las economías emergentes con mejores perspectivas de crecimiento y desarrollo, asegurando crecimiento con equidad.
¿Cuál es el desafío de esta reforma tributaria? Realizar los ajustes de manera gradual. No parece aconsejable emprender aceleradamente cambios a un modelo impositivo que ha permitido alcanzar niveles de inversión sobre 25% del PIB en los últimos 20 años. Existe incertidumbre en el empresariado ante ajustes que modifican incentivos a la inversión en el corto plazo, pero entregan promesa de retornos en el largo plazo. Aquello puede traer consecuencias en la confianza empresarial, generando un círculo poco virtuoso. Más aún, la economía está hoy en día entrando en una posición cíclica menos favorable respecto a años precedentes.
Todo lo anterior lleva a mirar con cautela, pero al mismo tiempo con optimismo la economía y sociedad chilena en los años venideros.