Bloomberg .- Watan al-Qasim, un hombre de negocios árabe israelí, estaba a punto de cerrar un acuerdo para brindar servicios digitales a una compañía de propiedad judía cuando telefoneó el gerente de marketing del cliente. En vista de la intensificación de la violencia palestina, cancelaba el pedido.

“Me dijo, ‘No es el momento adecuado para nosotros’”, dijo al-Qasim, propietario y máximo responsable ejecutivo de Lamsa Media, una agencia de medios y publicidad digital. “El pueblo israelí está enojado con lo que pasa y las empresas no quieren ser vistas haciendo negocios con los árabes precisamente ahora”.

Son momentos delicados para los 1.7 millones de ciudadanos palestinos de Israel como al-Qasim, alrededor de 20% de la población del país. A diferencia de sus primos de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, que viven bajo la ocupación, ellos han gozado directamente de la prosperidad de Israel . Con todo, si bien están mejor y tienen más educación que sus padres, se sienten políticamente más frustrados. De modo que aunque los apuñalamientos y los apedreamientos en Israel también sean una amenaza para ellos, muchos simpatizan con los manifestantes.

“Estamos atrapados entre el martillo y el yunque”, dijo Hader Hader, gerente de Douzan, un popular restaurante árabe en Haifa, donde los ingresos se redujeron un 40 por ciento este mes. “No creemos en la violencia y esto nos está haciendo sufrir económicamente. Pero no podemos permanecer callados en tanto continúan la ocupación y la incitación contra los palestinos”.

Empleados prohibidos
Los árabes están muy por detrás de la media nacional israelí en educación, empleo y salarios pero han realizado modestos progresos en los últimos años, según un reciente informe de la OCDE. La violencia que se inició hace varias semanas podría poner en peligro ese avance, especialmente si continúa. Algunas ciudades han prohibido a los trabajadores de limpieza y mantenimiento –muchos de los cuales son árabes- durante el horario escolar. Y algunos judíos israelíes están pidiendo a los contratistas constructores que no empleen trabajadores árabes.

“Estamos viendo actualmente señales claras de que podría ser un gran golpe para la comunidad árabe”, dijo Rawnak Natour, codirector ejecutivo de Sikkuy, una organización con sede en Haifa que trabaja para reducir la desigualdad entre árabes y judíos en Israel. “En muchos sectores se exhorta a deshacerse de los trabajadores árabes”.

Los disturbios y los apuñalamientos se propagaron este mes, en tanto gran parte de la violencia deriva de las acusaciones palestinas de que Israel proyecta ejercer un mayor control sobre la reverenciada Mezquita Al-Aqsa en Jerusalén –afirmación que el primer ministro Benjamin Netanyahu niega. Los árabes-israelíes han protestado en solidaridad y han expresado su ira.

La semana pasada, alrededor de 20.000 árabes marcharon en una manifestación en gran medida no violenta en la ciudad de Sakhnin, en el norte. Ha habido algunos casos de ataques de árabes-israelíes contra judíos, como la muerte a tiros de un soldado, y ha habido disturbios en ciudades mixtas judías-árabes como Jaffa y Ramle. También ha habido ataques de judíos contra árabes. Pero la mayor parte de la violencia fue perpetrada por palestinos de Jerusalén y de Cisjordania.

Los árabes en Israel lamentan desde hace tiempo que su país esté en guerra con su Estado. Se sienten más que nunca en una trampa: si se suman a la sublevación, ponen en riesgo los avances en un país que ofrece trabajo, atención médica, educación y derechos a votar y a manifestar. No obstante, la mayoría apoya la causa palestina y se siente discriminada.