Reuters.- En sus huertas al pie de las montaña del estado de Michoacán, productores de aguacate, como se le llama a la palta en México, creen que la amenaza de Donald Trump de acabar con el libre comercio entre Estados Unidos y México sólo volverá más caro el aperitivo favorito de los espectadores del Super Bowl, pero no afectará sus exportaciones.
Durante la final del fútbol americano del próximo domingo, los productores calculan que se consumirán unas 35,000 toneladas de aguacate y un total de 100,000 en los días previos al evento, o el equivalente a un 12% de sus ventas a Estados Unidos del año pasado.
Ocho de cada diez aguacates que se venden en Estados Unidos son mexicanos, lo que genera confianza en que no hay vuelta atrás y que el arancel de 20% con el que amenaza Trump a los productos mexicanos no afectará los envíos del principal ingrediente del guacamole.
“Si Michoacán decidiera por cualquier cosa no exportar, no habría otro lugar en el mundo donde se pudiera surtir esa cantidad de aguacate que están consumiendo los mercados de Estados Unidos”, dijo Adrián Iturbide, cuya familia se inició en el cultivo del aguacate en la década de 1980.
“No somos sustituibles, no hay otro país que tenga el potencial que tiene, ya no México, (sino) Michoacán”, aseguró el empresario, que ahora exporta entre el 80% y el 90% de su producción.
México se ha coronado como el mayor productor de aguacate del mundo y Michoacán es por mucho el mayor estado productor y uno de los dos con capacidad para exportar al mercado estadounidense.
El estado, azotado durante años por los cárteles del narcotráfico, ha logrado con mucha dificultad estabilizarse y desintegrar al cártel los Caballeros Templarios, que en el 2014 llegó a apoderarse de gran parte de las ganancias de los productores mediante extorsiones a lo largo de toda la cadena de suministro.
En busca de nuevos mercados
El arancel de 20% acabaría con la apertura comercial enmarcada en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que se encamina a una renegociación a solicitud de Trump, quien asegura que tras su vigencia de más de 20 años ha sido negativo para Estados Unidos.
En el 2007, y tras diez años de un tibio acceso, el aguacate mexicano tuvo por fin paso franco al mercado estadounidense, lo que disparó un ciclo de crecimiento en la producción que mantiene su ritmo hasta ahora, así como un alza en los precios.
Pero la marca del aguacate mexicano adquirió más relevancia desde que empezó a promoverse en el Super Bowl. Este año, por tercera vez consecutiva, se transmitirá un comercial durante el partido del evento anual más visto en la televisión de Estados Unidos.
El secretario mexicano de Agricultura, José Calzada, declaró a finales del año pasado que se quería replicar el éxito del Super Bowl y vender miles de toneladas de aguacate en el Mundial de Fútbol de Rusia 2018 y anunció la apertura de oficinas de representación comercial en ese país y en Dubái.
“Hemos estado trabajando desde hace tiempo en la diversificación de los mercados y un eventual arancel podría hacer que fuera más interesante llegar a otro mercados, porque los precios serían más competitivos”, señaló Ramón Paz, portavoz de la asociación de exportadores de México, APEAM.
De su producción promedio anual de 1.8 millones de toneladas, México exporta un millón de toneladas, de las que la gran mayoría, 860,000 toneladas, fueron a los consumidores en Estados Unidos. Japón y Canadá son los otros dos importantes mercados para el fruto.
Y no es poco lo que está en juego. El valor de las exportaciones de aguacate rebasaron los US$ 2,000 millones el año pasado, según cifras oficiales a noviembre. De ese monto, unos US$ 1,500 millones se generaron por envíos a Estados Unidos.
La exportación a otros países de Asia, como China, Corea y Singapur aún es pequeña, pero con gran potencial de largo plazo.
“El mercado que más crece es China, que todavía no es un mercado muy grande pero que está duplicando su consumo cada año y sobre todo las oportunidades que hay en el mercado europeo, que es un gran mercado para aguacate”, dijo Paz.
Cada país al que México exporta tiene diferentes requisitos para permitir la entrada del aguacate a su territorio, pero todos coinciden en rigurosas medidas sanitarias, como las que por años trabajó por conseguir Iturbide y su familia.
Después de cinco años de labor sanitaria acordonando zonas, cortando árboles y sembrando otros y ante todo alentados por la apertura parcial de 1997, logró junto con otros productores colocar a Tacámbaro en la lista de los pocos municipios que en ese entonces estaban libres de enfermedades e iniciar el camino hacia la exportación.
“En general hay un apetito por aguacate en el mundo y eso nos da mucho gusto porque nuestro producto se valora”, dijo el productor, que considera al aguacate como un “ícono” de México, que debe conquistar otros mercados a largo plazo.