El 50.2% de hombres y el 64.9% de mujeres en el Perú son empleados informales

“La condición de un salario e ingresos dignos, de la mano de un empleo decente, debe ser una de las palancas que contribuya al incremento del bienestar de las personas”, señaló la Cepal.

Poco menos del 50% de los ocupados urbanos en América Latina están empleados en sectores de baja productividad, dijo la Cepal.
Poco menos del 50% de los ocupados urbanos en América Latina están empleados en sectores de baja productividad, dijo la Cepal.

En el Perú, el 50.2% de los hombres y el 64.9% de las mujeres son empleados informales, un nivel que está por encima del promedio de la región de América Latina, reportó hoy la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

“Uno de los pilares para asegurar la inclusión y la cohesión social es el empleo. El trabajo constituye la llave maestra que posibilita que los hogares con bajos recursos generen ingresos para ir superando la indigencia”, indicó en su reporte América Latina y el Caribe: una mirada hacia el futuro desde los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Agregó que la coyuntura favorable del mercado laboral de la última década constituye el punto de partida para comprender los avances en materia de disminución de la pobreza y la desigualdad.

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En ese sentido, manifestó que en términos de empleo, desempleo y participación, la región muestra los indicadores más favorables de los últimos 20 años.

“El crecimiento del empleo ha implicado también una relativa mejora de su calidad, ya que ha aumentado la importancia de los asalariados y, en los últimos años, se ha reducido el peso del empleo en sectores de baja productividad”, anotó.

En la última década, el crecimiento del empleo se ha combinado además con el incremento de los salarios reales y también de los salarios mínimos. Más aún, la tasa de ocupación regional pasó del 52.7% al 55.7% entre 2000 y 2013, y la mayoría de los países de la región han experimentado un aumento de la población ocupada.

Sin embargo, la Cepal advirtió que aún persisten situaciones de precariedad laboral que dificultan el tránsito hacia una situación de bienestar sostenido.

“Si bien la informalidad en el empleo se ha ido reduciendo, tal como se mencionó anteriormente, todavía un poco menos del 50% de los ocupados urbanos en América Latina están empleados en sectores de baja productividad, siendo esta participación relativa mayor entre las mujeres en comparación con los hombres”, anotó.

Agregó que a nivel de la región, el 50% de las mujeres y el 43% de los hombres son empleados informales, brecha que aumenta más de 10 puntos porcentuales en Bolivia, El Salvador, Nicaragua y el Perú, y se revierte en la República Dominicana y Venezuela.

Los niveles generales de ocupados urbanos en sectores de baja productividad varían entre el 27% de Chile y el 60% del Estado Plurinacional de Bolivia.

“Lo más preocupante es la poca movilidad que ha presentado el indicador en las últimas dos décadas. La mayoría de los países han mantenido valores estables de ocupados urbanos en sectores de baja productividad durante el período considerado. Solo han mostrado una tendencia decreciente la Argentina y Chile, a los que se suman el Brasil, el Paraguay y el Uruguay desde el comienzo del siglo XXI”, puntualizó.

Añadió que no menos preocupante es la situación de los trabajadores cuyos hogares reciben ingresos que los ubican por debajo de la línea de la pobreza extrema.

“Si bien la tendencia de este indicador ha acompañado la evolución de la pobreza total desde 1990 hasta la actualidad y la situación ha mejorado, todavía un 10% de las personas empleadas en América Latina viven en hogares en situación de indigencia, de acuerdo con las líneas de pobreza nacionales comparables calculadas por la Cepal. Los últimos niveles observados equivalen a una reducción del 40% en los últimos 15 años (1997-2013) en toda la región”, agregó.

Por ello, subrayó que la condición de un salario e ingresos dignos, de la mano de un empleo decente, debe ser una de las palancas que contribuya al incremento del bienestar de las personas.

“Esta situación ideal dista mucho de la realidad de algunos países, teniendo en cuenta que los niveles de pobreza extrema entre los ocupados oscilan entre el 0.8% en Chile y el 39% en Honduras, según los últimos datos disponibles”, comentó.

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