Pérdida de alimentos en Perú permitiría alimentar a casi dos millones de personas
Con la comida que se desperdicia en la venta al detalle, el país tendría alimentos suficientes para reducir el hambre de 11.8% a 6%, según informe de la FAO.
Por: Redacción Gestion.pe
En Perú se desperdician 3.076 millones de calorías en alimentos durante la venta al detalle, es decir en supermercados, ferias libres, almacenes y demás puestos de venta retail, y esa cantidad bastaría para satisfacer las necesidades nutricionales de cerca de dos millones de personas, informó hoy la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Según el informe “Pérdidas y Desperdicios de Alimentos en América Latina y El Caribe”, elaborado por la FAO, el brindar alimentación a esa cantidad de personas permitiría reducir el índice de hambre en el país de 11.8% a 6%.
En América Latina y el Caribe se pierden y desperdician más alimentos que los que son necesarios para satisfacer las necesidades nutricionales de las 47 millones de personas que aún sufren hambre en la región, señaló el informe de la FAO, en el que se añade que el 6% de las pérdidas globales de alimentos se dan en la región.
“Cada año la región pierde o desperdicia alrededor del 15% de sus alimentos disponibles, lo que impacta la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, reduce la disponibilidad local y mundial de comida, generan menores ingresos para los productores y aumentan los precios para los consumidores”, explicó el Representante Regional de la FAO, Raúl Benítez.
Benítez agregó que las pérdidas y desperdicios también tienen un efecto negativo sobre el medio ambiente debido a la utilización no sostenible de los recursos naturales.
“Enfrentar esta problemática es fundamental para avanzar en la lucha contra el hambre y debe convertirse en una prioridad para los gobiernos de América Latina y el Caribe”, señaló Benítez.
¿Dónde ocurren las pérdidas y desperdicios?
Según la FAO, las pérdidas se refieren a la disminución de la masa disponible de alimentos para el consumo humano en las fases de producción, post-cosecha, almacenamiento y transporte.
Mientras que el desperdicio de alimentos se refiere a las pérdidas derivadas de la decisión de desechar alimentos que todavía tienen valor nutricional, y se asocia principalmente con el comportamiento de los vendedores mayoristas y minoristas, servicios de venta de comida y los consumidores.
Las pérdidas y desperdicios ocurren a lo largo de la cadena alimentaria: en la región, el 28% ocurre a nivel del consumidor; el 28% a nivel de producción, el 17% en mercado y distribución, el 22% durante el manejo y almacenamiento y el 6% restante a nivel de procesamiento.
Pérdidas en la venta al detalle
Con los alimentos que se pierden en la región sólo a nivel de la venta al detalle en la región, es decir en supermercados, ferias libres, almacenes y demás puestos de venta retail, se podría alimentar a más de 30 millones de personas, es decir, al 64% de quienes sufren hambre en la región.
Los alimentos que se pierden a este nivel en Bahamas, Jamaica, Trinidad y Tobago, Belice, Colombia son equivalentes a los que se necesitarían para alimentar a todos quienes sufren hambre en dichos países.
Antigua y Barbuda, Bahamas, Jamaica, Saint Kitts y Nevis, Trinidad y Tobago, Belice, Bolivia, Colombia, Ecuador, El Salvador, Surinam y Uruguay podrían disponer de alimentos equivalentes a los que necesitan para alcanzar el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, si redujeran sólo ese tipo de pérdidas.
“Aunque es importante señalar que los países de la región disponen de calorías más que suficientes para alimentar a todos sus ciudadanos, la enorme cantidad de alimentos que se pierden o que acaban en el tacho de la basura es sencillamente inaceptable mientras el hambre continúe afectando a casi el 8% de la población regional”, explicó Raúl Benítez.
¿Cómo acabar con esto?
Según la FAO, existen formas de evitar las pérdidas y desperdicios en todos los eslabones de la cadena, principalmente mediante inversiones en infraestructura y capital físico, mejorando la eficiencia de los sistemas alimentarios y la gobernanza sobre el tema mediante marcos normativos, inversión, incentivos y alianzas estratégicas entre el sector público y privado.
Un ejemplo son los bancos de alimentos, los cuales reúnen comida que por diversas razones sería descartada para su redistribución, y que ya existen en Costa Rica, Chile, Guatemala, Argentina, República Dominicana, Brasil y México. La Asociación de Bancos de Alimentos de México, por ejemplo, rescato 56,000 toneladas de alimentos sólo en 2013.