Por qué comprar el Ford más raro del mundo

FOTOGALERÍA. La tradición del GT40 es una de las grandes historias del mundo automovilístico y todo comenzó cuando Henry Ford II decidió retar a Ferrari en la mítica carrera de Le Mans. Aquí la historia y por qué este auto vale millones.

Conducir un Ford GT40 no es agradable. Es una experiencia incómoda, ruidosa y violenta. Después de todo, el "40" es una referencia a la altura del auto en pulgadas. También alcanza los 320 kilómetros por hora.
"Tienes que superar la claustrofobia", dijo Michael Prichinello, cuyo Classic Car Club de Manhattan posee una réplica hecha a medida del auto de carrera de los años 60. "Tienes que meterte en el coche … básicamente quedas tirado sobre la espalda". Sin embargo, otros adjetivos también se aplican a la experiencia: emocionante, veloz y (lo que es más importante) histórica. Prichinello dice que es su máquina preferida (y él conduce muchos vehículos impresionantes).
Ford hizo solamente 133 GT40s. Uno de ellos está a la venta esta semana en Monterey, California. Cualquiera con varios millones de dólares de sobra podrá conducir esta máquina cada vez que quiera hacerlo.
La tradición del GT40 es, por ahora, una de las grandes historias del mundo automovilístico, una especie de Goliat frente a Goliat. A mediados de los años sesenta, Henry Ford II, enojado por el fracaso de un acuerdo para comprar Ferrari, abrió ampliamente sus arcas corporativas y ordenó a los ingenieros que construyeran una plataforma para vencer al padrillo italiano en Le Mans, el Super Bowl del automovilismo donde dominaba Ferrari.
Dos años más tarde, el GT40 hizo precisamente eso. Obtuvo el podio en 1966 y siguió ganando durante los siguientes tres años. Pero Ford desechó el GT40 en 1969 y no fabricó otro coche como ése durante 34 años.
Este GT40 (chasis N° 108, o GT/108), en particular, es uno de los 12 prototipos. Como tal, tiene algunas peculiaridades que no se ven en los coches de carrera, sobre todo, su chasis de acero, la falta de techo y neumáticos más pequeños que las versiones posteriores.
El motor, con sus ocho cilindros y cuatro carburadores, se encuentra justo detrás del conductor. La carrocería es de fibra de vidrio. El velocímetro está frente al asiento del pasajero, el asiento del conductor está atornillado al suelo y los pedales no se ajustan. ¿Demasiado bajo? Consiga una almohada. ¿Demasiado alto? Difícil. En total, el GT40 parece un cruce entre un scramjet de la NASA y un juguete infantil, aunque uno que echa fuego.
De los autos beta, el GT/108 sigue siendo el único no modificado por coleccionistas que busquen mejorarlo (la mayoría agregó un techo). Se dice que es el GT40 más raro del planeta y supuestamente el único cuyo padre, Henry Ford II, condujo.
La última vez que este GT40 en particular cambió de manos, en 2014, obtuvo unos humildes US$ 6.9 millones. Indudablemente esa cifra cubriría una casa de playa ostentosa, pero sigue siendo una cantidad relativamente baja entre los coleccionistas del coche. Los Ferraris comparables de la misma era se venden regularmente por decenas de millones.
En resumen, este vehículo podría tener algo en común con el Ford Escort: una buena relación calidad-precio.

Por: Redacción Gestion.pe