Nomofobia: los peligros de la adicción al Smartphone

Practicar algún deporte o decidirse por un poco de arte, son perfectas opciones para concentrarse en algo diferente y desligarse del teléfono.

(Foto: AFP).

Por: Redacción Gestion.pe

¿Alguna vez le han terminado por WhatsApp? Descuide, no es personal. El mundo ha cambiado y ahora presenta nuevos problemas, uno de ellos es la adicción al Smartphone.

La ‘nomofobia’ o miedo a separarse del teléfono ha boicoteado las relaciones interpersonales, reduciéndolas a un simple emoji o una fría nota de voz. Y es que el exceso de comunicación puede llegar a ser perjudicial para los temas que merecen hablarse cara a cara, asegura Benjamín Reyes, académico de la Escuela de Psicología de la Universidad de los Andes, al diario El Mercurio de Chile.

“Vale la pena expresar cario, enojo, pedir perdón y decir cosas que nos dan vergüenza hablando en persona, porque si no, la habilidad de comunicarnos y cuidar nuestro lenguaje, verbal y no verbal, se pierde”, advierte Reyes.

La tarea es difícil. El teléfono se ha vuelto una necesidad innegable, pero tampoco es que vaya a dejar de respirar por dejarlo a un lado por una hora. Una posible respuesta es buscar actividades que lo obliguen a abandonar el aparato y que sean igual de entretenidas.

Practicar algún deporte, tocar algún instrumento musical, decidirse por un poco de arte, son perfectas opciones para concentrarse en algo diferente y desligarse del teléfono. Otra alternativa es visitar a un amigo en lugar de enviarle un mensaje.

“Si hablo con una amiga todo el día por WhatsApp, probablemente no me van a dar tantas ganas de verla en persona”, explica Dominique Karahanian, psicóloga y académica de la U. Mayor al mismo diario.

“Puede parecer que estoy muy presente en su vida, pero es una relación mucho más superficial”, agrega. Y es que si bien la tecnología puede acercarnos a las personas que viven lejos o con quienes no hablamos hace tiempo, puede menguar la relación que mantenemos con nuestros amigos cercanos.

Pero no solo pueden ser nuestros amigos las “víctimas”. Ya es común dejar al niño en casa con el teléfono para que se entretenga jugando o mirando vídeos en YouTube, lo cual no está necesariamente mal, pero torna impersonal la relación del niño con sus padres.

“Como padres debemos supervisar las horas que nuestros hijos usan el teléfono y predicar con el ejemplo. Debemos tener mayor conciencia de cuánto rato estamos mirando la pantalla y dejando de compartir con ellos”, afirma Paula Dagnino, psicóloga del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad.