Los millennials dan nueva vida a la clásica camisa rosa
“El rosa es el best seller de esta temporada para Thomas Mason”, dijo Tim Neckebroeck, gerente de marca del tradicional confeccionista británico de camisas. “La elegancia, sin duda, también es tener una buena dosis de valentía entre los millenials.”
Por: Redacción Gestion.pe
Bloomberg.- El fenómeno psicológico del momento es el pensamiento de grupo en rosa. El color es más popular que un rosé en una fiesta de jardín en la Provenza.
Al parecer es posible que el 2017 eclipse a 1955 como “el año de apogeo del rosa”, como expresó la revista Life esa primavera, bajo una foto de Gordon Parks.
Por Nueva York, el ojo espía la acogedora androginia del rosa millennial por allá, el rosado femenino de las modelos en las pasarelas y el rosa feminista de las mujeres en las manifestaciones. Y ahora sus matices se preparan para tomar por asalto el torso del hombre de negocios.
“El rosa es el best seller de esta temporada para Thomas Mason”, dijo Tim Neckebroeck, gerente de marca del tradicional confeccionista británico de camisas. “La elegancia, sin duda, también es tener una buena dosis de valentía.”
Aunque puede requerir un poco de osadía que algunos hombres usen rosa en cualquier otro lugar que no sea en un desfile de Pascua, podemos descartar sin problema la idea de que el color es imposiblemente hermafrodita, forzosamente de niño bien o en todo caso indigno de ser usado por un varón adulto moderno.
Claro, no es aconsejable llevar una camisa rosa a ciertas entrevistas de trabajo, reuniones de directorio y audiencias de fianza, pero la prenda en general es correcta y sorprendentemente versátil.
Una camisa rosa pálido luce mejor que nunca animando un traje gris, dando vida a una chaqueta azul marino o dotando a un tono neutral de mucha joie de vivre.
Pero piénselo dos veces antes de usarla con un traje tostado muy claro, un pantalón de algodón color piedra o cualquier otra cosa que haga que lo confundan con un heladero de los de antes.
Y aunque por lo general no le conviene llevar un traje negro en ninguna ocasión (salvo en un funeral, con usted dentro del ataúd), si usa una camisa rosa con un traje negruzco, adquirirá cierto parecido con un gángster de aspecto ricachón después de un gran golpe.
Esta primavera boreal de camisas rosas trae la reposición en Broadway de “Seis grados de separación” de John Guare (cuyo estreno será el 25 de abril), una obra de 1990 que contiene un gran momento de camisa rosa.
La trama presenta a un impostor, llamado Paul, que llega a la vida de un matrimonio marchante de arte de Nueva York simulando ser el hijo de Sidney Poitier y compañero de Harvard de sus hijos.
Al principio de la obra, la pareja le da a Paul la camisa rosa de su hijo después de que la que llevaba se arruina en un asalto (falso); luego de que se descubre al impostor y se informa a los hijos, el hijo tiene un ataque de furia memorable: “¿Le diste mi camisa rosa? ¿Le diste a un extraño mi camisa rosa? Me regalaste la camisa rosa para Navidad. Yo amaba esa camisa”.
William Ivey Long, que diseñó el vestuario de la producción teatral original, quería usar una camisa de Brooks Brothers. Sociológicamente, era la elección correcta. Pero dados los detalles del diseño de iluminación y el tono de piel particular del actor James McDaniel, no se veía rosa en el escenario. “Parecía una camisa blanca sucia”, me dijo Long.
Eligió entonces una de Paul Stuart que era “levemente más audaz”. La palabra “audaz”, en este caso, es un eufemismo por “chillona”. “Si la lleva un niño bien caucásico, en lugar de un niño bien afroamericano, no se vería bien. Parecería una camisa de fantasía”.
En esta observación, hay una lección para todos, en especial para los hombres blancos que planeen sumarse a la moda de la camisa rosa. Si su camisa tiende a un rosa más fuerte, más impactante –un frambuesa, un fucsia-, no va a tener una vibra de tradicionalismo bien americano. ¡Lo cual es genial! En especial, si quiere parecer un publicitario británico o algo así.
El diseñador del vestuario de la nueva producción es Clint Ramos. “Probamos siete camisas”, dijo Ramos, que mencionó las de J. Crew, Banana Republic, Charles Tyrwhitt, un par de Brooks Brothers y también una de Paul Stuart, que era “demasiado rosa” para esta puesta en escena, en la que el actor Corey Hawkins interpreta el papel clave.
Ramos finalmente se quedó con un modelo actual de Brooks Brothers. “Un corte suelto”, especificó. “Porque, ya sabes, eran los noventa”.